Tal día como hoy del año 1857, hace 161 años, la Compañía del Camino de Hierro de Barcelona en Mataró y Viceversa, inauguraba la ampliación de la que había sido la primera línea de ferrocarril de la península Ibérica. Siete años y dos meses después de la inauguración de la línea Barcelona-Mataró (28 de octubre de 1848) la compañía explotadora inauguraba un nuevo tramo adicional de diez kilómetros de vía férrea entre Mataró y Arenys de Mar, que sumados a los veintiocho iniciales la convertía en el trayecto ferroviario más largo de Catalunya. La línea Mataró-Arenales fue ejecutada como una parte del plan que proyectaba unir ferroviariamente Barcelona con Girona y con Perpinyà.

Durante la década 1850-60 se ejecutarían los primeros tramos de la red ferroviaria catalana. En 1854 se había inaugurado la línea Barcelona-Molins de Rei, que sería el primer tramo que, posteriormente, uniría la capital catalana con Tarragona y con Reus. También en 1854 se había inaugurado la línea Barcelona-Granollers, el primer tramo que, posteriormente, uniría la capital catalana con Vic y con Puigcerdà. El año 1856 se inauguraba la línea que unía Reus con el puerto de Tarragona. Y el año 1860 se completaba la línea Barcelona-Lleida, pasando por Terrassa, Manresa, Cervera, Tàrrega y Mollerussa; y se ponían las primeras raíces para seguir el trayecto hasta Zaragoza.

Se inaugura el tramo ferroviario entre Mataró y Arenys de Mar. Estación de Arenales. Principios del siglo XX. Font Ferropedia

Estación de Arenys. Principios del siglo XX / Fuente: Ferropedia

No sería, sin embargo, hasta 1879, pasados más de treinta años de la inauguración de la línea pionera Barcelona-Mataró —y veintitrés de la ampliación hasta Arenys de Mar—, que se conseguiría articular el primer mapa de la red ferroviaria catalana. El año 1875 la línea Barcelona-Mataró-Arenys llegaba a Portbou, pasando por Girona y por Figueres. Y en 1879 se culminaba el poliedro Barcelona-Reus-Lleida-Manresa-Barcelona, con la inauguración del tramo entre las capitales del Baix Camp y del Segrià, pasando por Montblanc y por les Borges Blanques. Con aquel primer mapa ferroviario se daba un golpe mortal a la ancestral actividad de los arrieros de caballo y carro.