Tal día como hoy del año 1895, hace 127 años, en Igualada (Anoia), salía la primera cabalgata de Reyes que se celebraba en Catalunya. Aquella iniciativa fue promovida por Joan Camprodon, Jaume Bosch y Lluís Sobregrau, vicarios de la basílica de Santa Maria de Igualada, y fue secundada por los socios de la entidad Centro Católico de Igualada. Aquella actividad, inicialmente, se presentó como un complemento de la representación de los Pastorets que organizaba esta entidad. Según la prensa local de la época (La Setmana d'Igualada), tuvo un gran seguimiento de público. En aquel momento, Igualada era una pequeña ciudad de 12.000 habitantes, ceñida entre el cauce del río Anoia al sur, y el actual paseo Jacint Verdaguer, al norte.

Y, en aquel momento, era también una ciudad en pleno proceso de transformación social y económica. La implantación de varias fábricas la habían convertido en un incipiente polo industrial que atraía población tanto de sus alrededores inmediatos como de las comarcas vecinas. Desde principios del siglo XIX había triplicado la población y había pasado de ser una villa de campesinos y menestrales a ser una pequeña ciudad con una presencia muy importante de familias de clase proletaria. Este hecho resultaría decisivo porque, en aquel momento, la Iglesia catalana había desplegado varias campañas de atracción a sus postulados tradicionales que querían hacer frente a la penetración creciente del ideario marxista y ateo entre la población de clase trabajadora.

La cabalgata de Reyes de Igualada sería la primera que se celebraba en Catalunya, y la segunda que se celebraba en los Països Catalans y en el estado español. Tan sólo estaba precedida por la de Alcoi (País Valencià), que se celebraba desde 1866, y aquella iniciativa rápidamente se extendió por todas las ciudades y villas del Principat. Al año siguiente (1896) se celebraría la de Sant Vicenç dels Horts (1896), y a principios del siglo XX todas las grandes ciudades del país ya organizaban sus respectivas cabalgatas adaptadas a las particularidades locales: en las ciudades de costa, los personajes principales (los Reyes Magos de Oriente y sus pajes) llegaban a bordo de una embarcación, y en las de interior se les hacía llegar con el ferrocarril, que, en aquel momento, se estaba desplegando por todo el país.