Tal día como hoy del año 1940, hace 79 años, a primera hora de la tarde, Heinrich Himmler, Reichfürer SS (jefe de la Gestapo ―la policía política del régimen nazi alemán― y de las Schutzstaffel ―pelotones de seguridad del partido nazi alemán, conocidos popularmente como SS), iniciaba una visita al monasterio de Montserrat que se alargaría por espacio de unas horas. En aquella visita, Himmler y sus acompañantes (elementos de los regímenes nazi alemán y franquista español) interrogaron a los monjes del monasterio, buscando una posible pista que los condujera al Santo Grial, objeto legendario en forma de cáliz que, según el mito, concedía la inmortalidad a los que bebían de él y que sospechaban que podía estar oculto en alguna dependencia de Montserrat.

Himmler había llegado a Barcelona a primera hora de la mañana. En el aeropuerto del Prat fue recibido por los elementos más destacados del aparato político, militar, policial y judicial del régimen franquista en Catalunya. Al jefe del Servicio de Ocupación, el capitán general Orgaz Yoldi, se sumaron Wenceslao González Oliveros (gobernador civil que dirigía una brutal operación de depuraciones ideológicas en el mundo laboral); Buenaventura Sánchez-Cañete (presidente del Audiencia Provincial); José Aybar Pérez (uno de los dirigentes del Servicio de Información Militar y Política, que había urdido la detención del president Companys); Luis Reparaz Araujo (jefe de la policía de Barcelona), y Carlos Trias Bertran (jefe del Movimiento en Catalunya).

Durante aquella "visita" se sucedieron escenas de gran tensión. El abad Escarré se negó a recibir la comitiva de Himmler, hecho que contribuyó a desdibujar el carácter solemne que el régimen franquista pretendía dar a aquella "visita". Según la prensa de la época (La Vanguardia Española, 24/10/1940): “El Reichführer y las personalidades alemanas que integran su séquito regresaron de la excursión muy satisfechos”. Pero lo cierto es que Himmler se iría muy decepcionado con los dirigentes franquistas; tanto por no haber encontrado ninguna pista que lo condujera al Santo Grial, como por la frialdad que le dispensó la comunidad monástica. Posteriormente, Himmler criticaría públicamente la capacidad de los dirigentes del régimen franquista.