Tal día como hoy del año 1714, hace 305 años, en el contexto de la última fase de la Guerra de Sucesión hispánica (1705-1714) más conocida como Guerra de los Catalanes (1713-1714), las tropas borbónicas francocastellanas del conde de Montemar asesinaban a 120 civiles que habían sido hechos prisioneros el día anterior. Aquella masacre, que sería conocida como los Hechos de la Gleva, se produjo en el santuario de la Mare de Déu de la Gleva, en el actual municipio de les Masies de Voltregà (Osona), poco después que el rector de Sant Hipòlit y los comandantes borbónicos hubieran pactado la capitulación, con la condición de que se respetarían las vidas de los prisioneros y que formarían parte del primer intercambio con el campo catalán que, a partir de los hechos, se produjera.

Los Hechos de la Gleva venían precedidos de una revuelta local que se inició en Sant Hipòlit de Voltregà (Osona). La Catalunya central, parcialmente ocupada por las tropas borbónicas francocastellanas desde agosto de 1713, era sometida a una brutal tributación de guerra que tenía un clarísimo propósito punitivo. En la enésima revuelta local, la población civil de Sant Hipòlit de Voltregà, arruinada por el conflicto, se rebeló contra las brutales condiciones impuestas por los ocupantes: las familias eran extorsionadas con graves amenazas de confiscación, de prisión y de muerte. Y las que, sin embargo, no tenían recursos para pagar eran escarnecidas y apaleadas públicamente. El día antes un grupo de 300 civiles se habían armado y fortificado en la Gleva con el objetivo de hacer frente al espolio tributario.

Cuando José Carrillo de Albornoz y Montiel, conde de Montemar y capitán general borbónico en la Catalunya interior (comandante del Campo Volante de Cataluña), tuvo conocimiento de los hechos, envió a un ejército de 4.000 efectivos para sofocar la revuelta. Inicialmente, los civiles de la Gleva resistieron, pero con la muerte de su capitán, Josep de Cararac i de Solà, decidieron negociar la rendición. De los, inicialmente, 300 resistentes de la Gleva, 120 supervivientes se rindieron. Sería entonces cuando Carrillo de Albornoz, que estaba en Vic, desautorizaría a sus comandantes y ordenaría asesinar a los prisioneros. La tarde-noche del 4 de febrero de 1714, los soldados borbónicos degollaron a la totalidad de los 120 prisioneros desarmados catalanes.