Tal día como hoy del año 1643, hace 377 años, en el contexto de la Guerra de los Segadores (1640-1652), el Dietario de la Generalitat consigna un episodio de violencia con resultado de muerte entre dos personalidades de la institución. Según el Dietario, a primera hora de la mañana de aquel día: “En lo fossar de Sanct Jaume, havia succehit que don Hierònym Tamarit, de edat de vint-y-quatre anys, tenint paraulas ab don Pedro de Aymerich Cruÿlles y de Santapau, de edat de sinquanta-sinch anys, dit Tamarit, dins del fossar, li havia pegada una estocada sobre la mamella esquerra (una puñalada en el corazón) de la qual era estat cruelment ferit. Y fonch combregat y extramunciat de prompte”.

Durante los meses precedentes al hecho, los éxitos iniciales de los ejércitos francocatalanes habían dejado paso a una etapa de estabilización del frente de guerra (situado en el eje Segre-Ebro) que respondía a filtraciones de la Generalitat hacia el campo de batalla hispánico. Las personalidades implicadas en aquella acción apuntan, claramente, al móvil del espionaje. Tamarit era del entorno familiar del diputado militar de la Generalitat —equivalente a conseller de Interior— desde antes del inicio del conflicto; y obedecía a la política de las instituciones catalanas. En cambio, Aymerich era miembro de la estirpe Santapau, tradicionalmente relacionada con los intereses de la monarquía hispánica.

La hora y el escenario (de madrugada y en el discreto cementerio de la parroquia de Sant Jaume, situada cerca del Palau de la Generalitat) y la inexistencia de cualquier otra anotación en los días posteriores, incluso indicativa de que aquellos hechos se habían derivado a la justicia. Apunta, también, hacia una cuestión relacionada con el espionaje. Aunque el móvil del crimen no queda documentado, sí que, a partir de los hechos, se produjeron una serie de destacadas detenciones y desarticulación de conspiraciones; que están perfectamente consignadas. Y se intensifican las misivas diplomáticas del nuevo ministro plenipotenciario francés Mazzarino, donde se muestra muy complacido por la alianza catalano-francesa.