Tal día como hoy del año 1643, hace 376 años, en contexto de la Guerra de los Segadores (1640-1652) que enfrentaba a Catalunya y la monarquía francesa, por una parte, y a la monarquía hispánica, por la otra, la Generalitat enviaba una misiva oficial a Philippe de La Mothe-Houdancourt, lugarteniente del rey Luis XIV de Francia a Catalunya, advirtiéndole de que si no cesaban los excesos (robos y agresiones) de los soldados franceses a la población civil de Vall d'Aro, Llagostera, Pineda, Mataró, Argentona y Santa Coloma de Gramenet y no los castigaba, las autoridades catalanas harían uso de la prerrogativa que les permitía despedir al virrey nombrado por la cancillería de París.

Aquella misiva oficial es la primera que pone de manifiesto la tensión entre la Generalitat y el lugarteniente francés. La Mothe, nombrado el año anterior, había alcanzado un gran prestigio como general del ejército catalano-francés después de derrotar repetidamente a los hispánicos en el Penedès, en las planas de Lleida y en el valle del Ebro. Pero el estallido de la jacqueria (revuelta campesina) liderada por Jan Petit (junio de 1643) en Occitania, había obligado a la monarquía francesa a desviar al interior de sus dominios buena parte de los recursos destinados al frente catalán. Y la Generalitat y el Consell de Cent se resistían a incrementar la presión fiscal sobre el país para sostener la guerra.

Aquel ultimátum venía precedido de una seria advertencia que seis meses antes (28 de mayo de 1643) había cursado la Generalitat a La Mothe: “No ésser lícit ni permès al capità general de sa magestat (refiriéndose a Lluís XIV de França) que Déu guarde, per si ni per ministres alguns, directament ni indirecte, palés o amagadament, ab qualsevol motiu o potestat, imposar, exhigir ni fer exhigir algun vectigal o impossició ni contribució”. A pesar del ultimátum, el incidente de los excesos militares no sería el último. Y el 25 de agosto de 1644, Francesc de Montpalau ―embajador de Catalunya a París― y el cardenal Mazzarino pactarían el relevo de La Mothe.

La Mothe caería en desgracia, y su sucesor Henri Harcourt de Lorena, nada más poner el pie en Catalunya, castigaría con rigor a los soldados y los oficiales que habían cometido los excesos.