Tal día como hoy del año 1640, hace 379 años, en el contexto de los días inmediatamente posteriores a los hechos del Corpus de Sangre (que habían culminado con el asesinato del virrey hispánico conde de Santa Coloma), el Dietario de la Generalitat consigna la petición del gobierno del país pidiendo al rey Felipe IV la provisión del cargo en la persona de un funcionario "que no esté ofendido". Este detalle revela especialmente que el clima de enfrentamiento político entre las instituciones catalanas y la monarquía hispánica había alcanzado un punto culminante al borde del no retorno. En aquel caso, el "que no esté ofendido" se refería a un candidato alejado del potente partido cortesano anticatalán que lideraba el conde-duque de Olivares y que estaba integrado por las oligarquías latifundistas castellanas.

El texto de aquella carta delata la voluntad política de los representantes catalanes de evitar la progresión de la espiral de violencia, y dice: "Que, de su parte (referido a los diputados catalanes), se procurará la pacificación y quietud de la provincia con fieles y affectuosas diligencias y que, para que com más acomodado temperamento, se vajan disponiendo los negocios (...) sea servido (...)  mandar vuestra magestad imbiar persona de la auctoridad, capacidad y talento que vuestra magestad sea servido en lugar del conde de Santa Coloma, levando vuestra magestad entendido que será muy de su real servicio que las materias se ajusten por ministros que no estén ofendidos ni tocados de ofensiones particulares y, para que vuestra magestad entienda quan devotos están a su servicio”.

No obstante, los hechos inmediatamente posteriores demostrarían que la cancillería de Felipe IV ya había decidido liquidar aquella crisis por la vía de la guerra. El asesinato del virrey Santa Coloma (del cual nunca se aclararía su autoría) era la primera ―y indispensable― pieza, para abrir el conflicto contra Catalunya.