Tal día como hoy del año 1469, hace 552 años, en Dueñas (Corona castellanoleonesa), Fernando de Trastámara ―hijo del conde-rey Juan II y heredero al trono catalanoaragonés― e Isabel de Trastámara ―hermana del rey Enrique IV de Castilla― eran presentados y se veían por primera vez. Este encuentro fue organizado secretamente por sus partidarios, y se produjo siete meses y seis días después de las Capitulaciones de Cervera (el acuerdo matrimonial de Fernando e Isabel). Cuando se produjo este primer contacto, Aldonza Roig de Ivorra, amante de Fernando durante las negociaciones de Cervera, se encontraba en un estado avanzado de gestación de Alfonso, que nacería al año siguiente y sería al primer hijo del futuro rey católico.

Siguiendo el guion de las Capitulaciones de Cervera, Fernando e Isabel se casaron secretamente ocho días después (19 de octubre de 1469) en Valladolid. Según la investigación historiográfica, Fernando e Isabel, para no levantar sospechas, llegaron a la ceremonia vestidos con ropa popular. Fernando vestía como un mozo de cuadra e Isabel con una camisa de arpillera. También, según la investigación historiográfica, la ceremonia que se celebró en Valladolid no tenía ninguna validez a efectos canónicos. La pareja contrayente eran primos segundos y necesitaban una bula papal que no llegó nunca. Para no retrasar aquella unión matrimonial, sus respectivos partidarios falsificaron la documentación pontifical.

Después de la ceremonia matrimonial, los contrayentes convivieron durante unas semanas (que utilizaron para engendrar a su primogénita Isabel), y poco después emprendieron caminos diferentes y durante los cinco años siguientes (1470-1475) se vieron, tan sólo, esporádicamente. Durante este tiempo Fernando conservó la relación con su primera amante Aldonza Roig de Ivorra e inició otra con Juana Nicolau. De estas relaciones nacerían Alfonso (Cervera, 1470), hijo de Aldonza; y Juana (Tàrrega, 1473), hija de Juana, de los cuales Fernando nunca se desentendió: les dio el patrónimo familiar "de Aragón" y les procuró un futuro.

Estas relaciones y la descendencia que engendraron situaron a sus partidarios en una posición muy incómoda, y su causa en una situación muy complicada. A todo eso se sumó que, simultáneamente, se conoció la falsificación de la documentación pontifical, por lo cual se decidió que, a partir del hecho y para calmar a los críticos, harían vida marital. No obstante, seguidamente, Fernando tuvo otra relación extramatrimonial, aquella vez con Toda de Larrea, que dio como resultado el nacimiento de María (Bilbao, 1476). Isabel, al tener conocimiento de esta última relación, ordenó que madre e hija fueran recluidas a perpetuidad en un convento de Castilla.