Tal día como hoy del año 1486, hace 534 años, en el monasterio de Guadalupe (Extremadura, entonces corona castellano-leonesa), el conde-rey Fernando II, llamado el Católico, firmaba la Sentencia Arbitral de Guadalupe, que ponía fin a un largo conflicto armado que, en Catalunya entre 1461 y 1472 y entre 1484 y 1485, había enfrentado a los campesinos de remensa con las oligarquías feudales. Con la sentencia arbitral de Guadalupe se iniciaba la desarticulación del régimen económico feudal, que desde el año 1000 había convertido a los campesinos de remensa en, casi, mano de obra esclava; y el principio del fin del poder político del estamento nobiliario, en beneficio de la corona.

El resultado de aquella sentencia, a medio y largo plazo, representaría la aparición de una nueva clase campesina libre que conduciría el país hacia un régimen económico preindustrial, y que culminaría con la creación de las primeras fábricas catalanas (las destilerías de Reus y las textiles de Barcelona, entre 1660 y 1714). Según el historiador Antoni Rovira i Virgili (Tarragona, 1882 – Perpinyà, 1949): "La redención de los remensa es uno de los hechos más trascendentales de la historia de Catalunya, uno de los que más han influido en su prosperidad posterior. Catalunya fue el único país de la Península que tuvo una clase rural con arraigo en la gleba, un campesinado rico, libre y culto".

También, según la mayoría de los historiadores, el conflicto que fue resuelto en aquella sentencia había sido la primera revolución de la historia moderna de Europa, y de las pocas donde los revolucionarios vieron atendidas parte de sus reivindicaciones. En el caso de las revoluciones remensa, en Guadalupe se sentenció que a cambio de un pago 60 jornadas de trabajo por cada masía, se abolía el derecho a maltratar a los campesinos y muchos otros abusos señoriales menores. Los campesinos conservaron el dominio útil de la masía (el derecho a la explotación), pero no la propiedad, y tenían que hacer homenaje al señor y pagar derechos enfitéuticos y feudales, aunque transformados cantidades irrisorias.