Tal día como hoy del año 1905, hace 116 años, moría en Madrid el político conservador Raimundo Fernández Villaverde, que había sido el ministro de Hacienda del Gobierno con la crisis y la rebelión fiscal catalana del Cierre de Cajas (1899). Fernandez Villaverde había sido uno de los máximos exponentes de la cultura del caciquismo, que dominó la política española durante la etapa pseudodemocrática denominada Restauración Borbónica (1873-1923). Llegó a la política como diputado cunero del Partido Conservador por la circunscripción de Pontevedra, aunque no tenía ninguna vinculación personal ni familiar con Galicia. Y fue ministro de varias carteras en diferentes ocasiones, e incluso fue presidente del Gobierno.

Fernández Villaverde fue nombrado ministro de Hacienda el 4 de marzo de 1899, tan sólo tres meses y pico después de que el Gobierno hubiera aceptado pagar una monstruosa indemnización al gobierno norteamericano como resultado de la derrota militar en la Tercera Guerra de Cuba (1895-1899). En aquel contexto de bancarrota, Fernández Villaverde decretó un brutal incremento de la presión tributaria sobre los comerciantes y los industriales. Pero el escándalo saltó cuando la prensa catalana publicó que los impuestos que el Gobierno había calculado —y que gravaba— sobre los comerciantes e industriales catalanes eran muy superiores a los que pagaban los comerciantes e industriales del resto del estado español.

El 20 de octubre de 1899 el comercio y la industria catalanes declararon una huelga y una objeción fiscal que se denominaría Cierre de Cajas, y que contaría con el apoyo de la clase trabajadora del país. Aquel mismo día se convocó una protesta en el paseo de Sant Joan, que sería la primera gran manifestación del catalanismo moderno. Acto seguido, Fernández Villaverde ordenó una oleada de inspecciones fiscales que culminarían con docenas de detenciones y confiscaciones. A pesar de la gran crisis que provocó la actitud autoritaria del ministro, aquella ley no se retiraría, pero la represión gubernamental española impulsaría la creación de la Lliga Regionalista (1901), que se convertiría en el partido político hegemónico en Catalunya hasta el golpe de estado de 1923.