Tal día como hoy del año 1712, hace 309 años, en Madrid, Felipe V ―el primer Borbón hispánico― firmaba la renuncia a sus derechos dinásticos a la corona francesa, que ostentaba como nieto del rey Luis XIV. En aquel momento, Felipe V estaba situado en el segundo lugar de la línea sucesoria en el trono de París, como hijo mayor de Luis de Borbón (gran delfín de Francia e hijo primogénito del rey Luis XIV). Felipe V había ganado la condición de hijo primero de sus progenitores ―y por lo tanto había escalado a la segunda posición en la cadena succesoria― después de la muerte prematura de su hermano mayor Luis (18 de febrero de 1712).

La no renuncia a sus derechos dinásticos a la corona francesa en el momento en que fue proclamado rey de las Españas (15 de noviembre de 1700) había sido una de las causas principales que habían provocado el estallido de la Guerra de Sucesión hispánica (1701-1715). Desde un buen inicio, aquel conflicto había sido una guerra de ámbito continental. Las potencias atlánticas (Países Bajos, Inglaterra, Portugal) habían secundado la causa austriacista porque habían visto en Felipe una potencial maniobra de unificación de las coronas hispánica y francesa que habría roto el equilibrio europeo.

Pero, el año 1712, después de once años de guerra, con todos los contendientes agotados, y con Catalunya y Mallorca resistiendo la ocupación borbónica, Luis XIV inició conversaciones de paz con los países de la alianza austriacista, que culminarían en abril de 1713 en Utrecht. Una de las primeras condiciones que las cancillerías aliadas impusieron para seguir las conversaciones fue la renuncia de Felipe V a sus derechos sucesorios a París. Aunque Luis XIV ya había nombrado heredero a su bisnieto Luis (futuro Luis XV), impuso la renuncia al rey español.

Una de las consecuencias directas de aquella renuncia sería la Paz de Utrecht (abril, 1713). En aquella conferencia se acordó que las tropas aliadas estacionadas en Catalunya (británicas y neerlandesas) abandonarían el Principado antes del 30 de junio de 1713. A partir de aquel momento, el conflicto prosiguió con tan sólo dos actores: el Principado de Catalunya y Mallorca contra las coronas española y francesa. También, a partir de aquel momento, las cancillerías europeas (sobre todo las de París y de Madrid) pasarían a llamar aquel conflicto como "la Guerra de los Catalanes (1713-1715)".