Tal día como hoy del año 1982, hace 35 años, entraba en vigor el Estatuto de Autonomía del País Valencià que había sido largamente negociado por las fuerzas políticas que integraban las instituciones preautonómicas. El Estatut valenciano no sería nunca refrendado por la sociedad valenciana. El texto negociado por las fuerzas políticas valencianas sería tramitado directamente en las Cortes españolas: aprobado por el Congreso –28 de abril– y por el Senado –16 de mayo–; motivo por el cual sería conocido, entre otras denominaciones, como "el Estatuto de Madrid". El Estatut de 1982 representaría el primer ejercicio de autogobierno desde la liquidación borbónica, a sangre y fuego, del régimen foral valenciano, en 1707.

Pero el camino hasta la aprobación del texto definitivo no estuvo exento de tensiones. Durante el periodo preautonómico (1978-1982) las instituciones fueron el escenario de un conflicto que iba mucho más allá del terreno estrictamente político. La derecha valenciana –representada por el franquismo ideológico y sociológico– creó un clima de violencia social que perseguía a todas las personas que trabajaban para alcanzar un autogobierno en plenitud. Y la izquierda valenciana –presionada por sus dirigentes estatales de Madrid– acabó consensuando con la derecha un Estatut de mínimos que no se correspondía ni con la historia del País Valencià ni con las aspiraciones de la mayoría de la sociedad valenciana coetánea.

El País Valencià, a pesar de la larga historia que lo acreditaba como una nación, acabó accediendo a la autonomía a través la vía general –"el café para todos" previsto para las regiones que no tenían una tradición de autogobierno. Era el resultado del conflicto social provocado por el blaverismo (la derecha valenciana), a través de las mal denominadas batalla de la lengua y batalla de los símbolos. Contra lo que se había aprobado en la Mesa de Fuerzas Políticas y Sindicales del País Valencià (1976) –único organismo impulsor de las reivindicaciones de autogobierno– se renunció a denominar catalán a la lengua, a instituir la senyera como bandera valenciana, y a denominar País Valencià el territorio.