Tal día como hoy del año 1808, hace 210 años, los ejércitos imperiales franceses comandados por el general Guillaume Philbert Duhesme atravesaban los Pirineos e iniciaban la ocupación del Principat. Aquella operación estaba amparada en el Tratado de Fontainebleau, la alianza que habían firmado el emperador Napoleón en nombre del Imperio francés y el ministro plenipotenciario Manuel Godoy en nombre de la monarquía hispánica, para invadir Portugal —aliada tradicional de Gran Bretaña—, deponer a su rey y proceder al reparto de su territorio: el tercio norte para instaurar una rama menor de Borbones italianos desterrados, el tercio sur para coronar a Godoy como rey de Algarve, y el tercio central como territorio secuestrado para forzar a los portugueses a incorporarse a la alianza franco-española.

La entrada de los ejércitos imperiales franceses anticipaba una serie de acontecimientos que tendrían que tener una importancia primordial en la historia catalana de principios del siglo XIX. Por una parte, los hechos trágicos de Girona y de Tarragona. Los generales españoles Álvarez de Castro y Campoverde, faltos de fuerzas y recursos para hacer frente al ejército francés, obligaron la población civil de Girona y de Tarragona a combatir en los respectivos asedios de estas ciudades. Los asedios y saqueos de Girona —entre mayo y diciembre de 1809— y de Tarragona —entre mayo y junio de 1811— se saldarían con más de 5.000 víctimas civiles en cada ciudad que representaban más de la mitad de la población de cada una de estas plazas.

Los ejercidos franceses de Napoleón entran en Catalunya. Mapa del Primer Imperio francés. Fuente Archivo de ElNacional

Mapa del primer Imperio francés

Y por otra parte, la incorporación del Principat al Imperio francés como una región más. A principios de 1812, con la ocupación de la totalidad del Principat, José I Bonaparte, rey de España, transfería el dominio de Catalunya a la administración francesa, que lo encuadraba siguiendo el modelo departamental francés. Durante los años de incorporación en Francia (1812-1814) Barcelona vivió un periodo de crecimiento económico, político, social y cultural, que la convirtieron en el "París del Mediterráneo". El prefecto Argereau —máxima autoridad del Imperio en el Principat— oficializó el uso de la lengua catalana que, por primera vez desde 1714, recuperaba esta condición; y proveyó la administración con intelectuales del país que profesaban la ideología revolucionaria francesa.