Tal día como hoy del año 1885, hace 135 años, moría en la antigua villa de Sant Martí dels Provençals (en la actualidad, un distrito de Barcelona) el ingeniero e inventor catalán Narcís Monturiol i Estarriol (Figueres, 1819). Monturiol había sido el inventor del Ictineo (1859), el primer submarino de la historia tripulado y autónomo. El Ictineo I era una nave de doble fuselaje (un fuselaje interior de forma esférica y fuselaje exterior en forma de pez), con una eslora (longitud) de 7 metros, una manga (anchura máxima) de 2'5 metros, y un calado (altura máxima de 3'5 metros). El Ictineo I estaba dotado de un motor químico anaeróbico que lo propulsaba de forma autónoma, y estaba destinado a finalidades comerciales.

España no ha reconocido nunca a Narcís Monturiol como el inventor del submarino. Es el único país del mundo que mantiene que el submarino fue inventado por el ingeniero militar cartaginés Isaac Peral. Pero, en cambio, toda la prensa europea de la época revela y destaca que el 28 de junio de 1859 -en el puerto de Barcelona- se botó el Ictineo de Monturiol, el primer submarino de la historia. Mientras que la Gazeta de Madrid (el equivalente en el BOE) anuncia que el prototipo de Isaac Peral, destinado a finalidades bélicas, fue botado en el puerto de Cartagena el 8 de septiembre de 1888, veintinueve años después del Ictineo I, y veinticuatro años más tarde que el Ictineo II, la versión mejorada de su predecesor.

Monturiol también había destacado como político. Mucho antes de la invención del submarino, compró unos terrenos en Sant Martí de Provençals (1846) y fundó Icària, la primera comunidad de la península Ibérica que practicaría el socialismo utópico. Aquella experiencia -que ya se había puesto en práctica en Francia y en Inglaterra desde 1830- estaba formada por un grupo de más de cien familias que había renunciado a la propiedad, a la moneda y al comercio, que se organizaban como una cooperativa y que invertían los beneficios del trabajo sobre la propia comunidad. En Icària, las casas, los talleres, la tienda, la escuela, el dispensario, la taberna o el cementerio siempre fueron propiedad de la comunidad.