Tal día como hoy del año 1857, hace 164 años, en Ceuta, moría Agustina Saragossa Domènech, conocida como "Agustina de Aragón", por|para su pretendida participación en la defensa de Zaragoza contra las tropas napoleónicas (15/06/1808 - 13/06/1808). Aquel capítulo es uno de los más oscuros de la historia española del siglo XIX. El general español Palafox, lejos de pactar una salida incruenta, sometió la ciudad a un desgaste devastador: la capital aragonesa, denominada la Florencia hispánica por su patrimonio arquitectónico, sufriría una brutal destrucción y unas irreparables pérdidas. También el coste de vidas humanas sería considerable, sobre todo entre la población civil. Zaragoza tardaría décadas en recuperar el nivel demográfico y económico anterior al asedio.

Algunas fuentes documentales afirman que Agustina Saragossa había nacido en Reus y otros en Barcelona. Coinciden, en cambio, en la fecha de nacimiento: 6 de marzo de 1786. Y en el origen familiar: sus progenitores eran Pere Joan Saragossa y Raimunda Domènech, originarios de Fulleda (Garrigues), y disfrutaban de una posición acomodada. En aquella época, las familias acomodadas casaban a los hijos en edades muy tempranas, básicamente para garantizar el relevo patrimonial. Y Agustina fue casada a los 17 años (1803) con el cabo de artillería barcelonés Joan Roca Vilaseca, que poco después sería destinado a las guarniciones del centro de la península, y que acabaría muriendo durante el asedio de Zaragoza (1808).

Agustina Saragossa es otro de los falsos mitos de la historiografía nacionalista española. Su participación en el asedio no está demostrada más allá de la tarea de avituallamiento alimentario de las tropas españolas que defendían la muralla. No está demostrado que participara en ninguna acción bélica, y todavía menos que actuara como artillera, disparando a las baterías de cañones del regimiento de su difunto marido. Desde que se casó (1803) hasta que murió (1857), nunca ejerció su condición de catalana. Abandonó el uso de su lengua y adaptó su apellido a la grafía castellana: firmaba por todas partes como Agustina Zaragoza. Y, a pesar de la categorización del mito, fue una conformista que nunca reivindicó el papel de la mujer en la sociedad.