Tal día como hoy del año 1931, hace 89 años, la Generalitat -recientemente restaurada por el presidente Macià- hacía público el balance de víctimas de los sangrantes disturbios del 1 de mayo en la plaza de Sant Jaume de Barcelona. Según la prensa de la época (La Vanguardia, edición del 03/05/1931), en el transcurso de la manifestación obrera del Primero de Mayo en las Ramblas, un camión supuestamente cargado con militantes del sindicato anarquista CNT se desvió de la ruta y subió por la calle Dr. Ferran disparando al aire. Cuando llegaron a la plaza Sant Jaume, se les unió un contingente de personas armadas que habían llegado a través de las calles adyacentes y que, aprovechando el desconcierto, intentaron asaltar el Palau de la Generalitat.

Acto seguido se produjo un intenso tiroteo contra la puerta y ventanas del Palau de la Generalitat, defendido por los Mossos d'Esquadra, que se saldó con el balance de una persona muerta y doce más heridas de gravedad. Según la misma nota, todas las víctimas eran del bando de los asaltantes. Pasados veinte minutos, los Mossos d'Esquadra de Palau consiguieron rechazar el ataque y entonces -según la prensa- “el público agredió a palos a un individuo que, al parecer, fue el que hizo el disparo que dio origen a los sucesos, el cual resultó terriblemente magullado por los golpes. Fue detenido por los mozos de la escuadra y más tarde trasladado al hospital Clínico, donde quedó detenido. Se llama Pablo Minguet”. En ningún caso se menciona la filiación ideológica de esta persona.

Pasadas las horas, el presidente Macià, y después de varias entrevistas con los responsables de orden público (Mossos y Guardia Civil), redactó una nota informando de que los asaltantes eran infiltrados que pretendían crear un clima de terror social. Días después se señaló a la FAI como la responsable de aquellos hechos. Durante la vigencia de la República (1931-1939) la FAI protagonizaría varios actos de terrorismo que perseguían la caída de la República y del autogobierno de Catalunya, y que pusieron de relieve los vasos comunicantes entre este sindicato anarquista y la Falange Española. Los asesinatos del excomisario de Orden Público Miquel Badia i Capell, o del periodista de investigación Josep Maria Planes, serían claros ejemplos de estas prácticas.