Tal día como hoy del año 1931, hace 89 años, la prensa de la época (La Vanguardia, edición del 13/08/1931), informaba de que el gobierno provisional de la Generalitat, presidido por Francesc Macià, había aprobado la creación de una entidad bancaria pública que operaría con el nombre de Banc de la Generalitat. Aquella iniciativa, impulsada a propuesta del conseller de Economía y Finanzas Casimir Giralt Bullich tenía que tener la misión de reunir depósitos públicos y privados que se destinarían a la financiación de proyectos infraestructurales (hospitales, escuelas, carreteras, etc.). También en aquella sesión, y a propuesta de algunos industriales del país -que la nota de prensa no identifica-, se decidió estudiar la creación de un banco industrial público.

Según la misma información, esta “entidad bancaria absorbería todas las empresas industriales que se avinieran a la constitución de dicho Banco, capitalizando sus respectivas instalaciones, (...) con acciones del propio Banco. De esta forma los obreros y la parte ténica de dichas industrias pasarían a depender de la Generalidad, o de un organismo Autónomo (...) que cuidaría de la dirección de dicha nueva empresa  (...) Los beneficios que se obtuvieran serían distribuidos una tercera parte para el mejoramiento de los jornales (...)  otra tercera parte para retribución de las acciones, a las que se garantizaría (...) un interés de 5 por ciento, y la parte restante para mejoramiento del utillaje, fabricación y expansión de la riqueza industrial catalana”.

Aquellas iniciativas se habían revelado después del derrumbe repentino del Banco de Reus; primera entidad financiera de Catalunya y una de las cuatro principales del estado español. En la etapa iniciática de la Generalitat republicana, el Banco de Reus había sido víctima de una operación de estado urdida por Indalecio Prieto, ministro socialista del gobierno de la República española; y su padrino político Horacio Echevarrieta, presidente de Iberia, de Iberduero, de Astilleros Españoles, y uno de los máximos accionistas de los bancos de Bilbao, de Vizcaya, y de Santander. Prieto y Echevarrieta habían urdido la retirada repentina de todos los fondos públicos depositados en el Banco de Reus (05/07/1931), hecho que provocó la quiebra de la entidad; la ruina de sus accionistas; y la pérdida del poder financiero catalán.