Tal día como hoy del año 1487, hace 534 años, en el contexto de la guerra de conquista de Granada (1481-1492), la marinería de las Galeras de Catalunya -comandada por el almirante Galcerà de Requesens- y que formaban parte de las armas de Fernando el Católico, tomaban posesión de Málaga, hasta entonces el puerto más importante del reino nazarí. Aquella toma de posesión se producía dos días después de la rendición de la ciudad, que había resistido seis meses de asedio (el más largo y costoso de la campaña granadina). Entre la rendición y la toma de posesión la población andalusí salió de la ciudad y emprendió el camino al exilio hacia el norte de África, excepto el alcalde del castillo de Gibralfaro, que sería arrestado y vendido en un mercado de esclavos.

La conquista de Málaga era la culminación de un largo bloqueo naval en el mar de Alborán (efectuado por las Galeras de Catalunya) que tenía que impedir que los reinos wattásida de Hiciera y háfsida de Argel prestaran auxilio militar a los nazaríes granadinos. El mar de Alborán era un sector marítimo controlado por la armada catalana desde que un siglo y medio antes (1339) las Galeras de Catalunya comandadas por el almirante Jofré Gilabert de Cruïlles habían derrotado y echado a la piratería benimerín (de los puertos norteafricanos del Mediterráneo) para abrir el tráfico marítimo del estrecho de Gibraltar a la navegación catalana: los viajes exploratorios a las islas Canarias y a Río de Oro, y los viajes comerciales a Flandes y a Inglaterra.

Después de la conquista de Málaga, las tropas catalanas desarrollaron el resto de las acciones de aquella campaña en operaciones terrestres. El Dietario de la Generalitat contiene anotaciones que consignan, por ejemplo, la conquista catalana de Vera (1487), de Cuevas (1487), o de Baza (1489). Y varias fuentes confirman la presencia de 2.000 caballeros y peones catalanes en el asedio y conquista de la capital nazarí (1491-1492), que representarían el 40% de los 5.000 efectivos cristianos en aquel operativo. Según las crónicas castellanas, “los grandes de Castilla, como estaban tan cansados de venir de tan lejos a las otras guerras e cercos, no vinieron a este en persona, salvo enviaron sus capitanes con gente”.