Tal día como hoy del año 1932, hace 90 años, en Badalona; detenían a Benjamin Balsano y a Eulàlia Maynou, acusados del asesinato de Emily Lagger, viuda de Hans Joachim Lagger, que había sido un potente industrial alemán residente en Barcelona. El hallazgo de los restos de Emily, en una fosa excavada bajo el pavimento de baldosas del piso principal de un chalet de Badalona, había causado una enorme expectación entre la opinión pública de la época; y la investigación y resolución del caso fueron ampliamente seguidas.

Según la misma prensa, el industrial Lagger se había arruinado a causa de la crisis de 1929 y se había suicidado. Poco después, su viuda había entrado en una espiral destructiva que la había llevado a malvivir en pensiones muy modestas del barrio del Raval de Barcelona; y a consumir, de forma habitual, bebidas alcohólicas y sustancias estupefacientes. Sería en aquel entorno degradado que conocería a Balsano y Maynou, que se ofrecieron a rehabitarla en una vivienda situada en la calle Rosselló de Barcelona.

La prensa de la época (La Vanguardia, varias ediciones de 1932); revela que Balsano (un estafador habitual fichado por la policía) y Maynou habían tramado ganar su confianza y robarle el dinero que su difunto marido había podido salvar de la ruina. Pero que, una vez la tuvieron emplazada en la vivienda de la calle Rosselló; Lagger habría descubierto que sus pretendidos salvadores eran unos falsos samaritanos, y habría intentado huir. En aquel momento, apunta la prensa, se habría producido el asesinato.

Acto seguido, y siempre según la prensa, Balsano alquiló un chalet en Badalona y enterró a Lagger bajo el piso, y vendió los muebles y el loro de la víctima en una tienda de utensilios de segunda mano del barrio del Raval. Sería, precisamente, a través del loro (que era una mascota de la víctima muy conocida en el barrio) que los investigadores policiales vincularían a Balsano con la desaparición de Lagger. El interrogatorio a Maynou precipitaría los acontecimientos y, finalmente, serían detenidos, juzgados y condenados.

Según algunas fuentes, Eulàlia Maynou fue condenada a cuatro años de prisión. Y a principios de 1936 ya estaba en libertad. Benjamín Balsano fue condenado a treinta años de prisión. Pero el 20 de julio de 1936, durante el asalto anarquista de la Columna Durruti a la Prisión Modelo, desapareció. Estas mismas fuentes especulan que se marchó con los milicianos anarquistas hacia los frentes de Aragón y de Madrid; y que, posteriormente, escapó a Argentina, su país nativo.