Tal día como hoy del año 1939, hace 82 años, en Barcelona, en el contexto de las semanas inmediatamente posteriores a la ocupación franquista de Catalunya y la conclusión de la Guerra Civil española, una brigada de la policía del nuevo régimen —llamada el "rondín antimarxista"— detenía a la artista María Aliaga Lozano, acusada de ser la inductora del asesinato del matador Victoriano Roger, conocido con el sobrenombre de Valencia II. Roger había sido asesinado en Madrid por milicianos comunistas, pocos meses después del estallido del conflicto civil (18/12/1936).

Valencia II, en el momento de su asesinato, era uno de los matadores más famosos y mejor posicionados económicamente del panorama taurino español. Era especialmente conocido por una corrida celebrada en Sevilla el año 1924 que, según los aficionados de la época, había sido un memorable "duelo de quites de desplantes" con otro famoso torero llamado Maera. También, según los aficionados de la época, aquella carrera de bueyes fue denominada "la corrida de los cojones", por una supuesta espectacularidad que no era más que una delirante carnicería para dirimir la jerarquía de aquellos toreros.

Según la prensa de la época (La Vanguardia Española, edición del 02/06/1939), María Aliaga (que se dice que en el momento del asesinato era la pareja del torero), en connivencia con un comisario político comunista, habría tramado la detención y asesinato de Valencia II con el propósito de robarle las joyas. Según la misma prensa, Aliaga habría aprovechado el escenario de persecución contra las personas de ideología conservadora que se había desatado en la retaguardia republicana, para hacer pública la ideología falangista del torero y provocar su detención.

Pero este extremo se contradice con otras informaciones que afirman que cuando Valencia II toreaba hacía el saludo fascista desde el centro de la plaza de toros. Y todo apunta que, siempre en caso de que la acusación fuera cierta, Aliaga habría revelado dónde se ocultaba el torero. En cualquiera de los casos, no hay ninguna información posterior que apunte a la aparición del botín que, presuntamente, la "tonadillera" habría robado al torero, ni qué pasó con la artista. Y, todavía menos, de la identidad y del paradero del supuesto comisario político comunista que habría sido el tercer vértice de aquel misterioso triángulo.