Tal día como hoy del año 1898, hace 120 años, en el contexto de la Guerra de la Independencia de las Filipinas (1896-1898), la prensa de la época destacaba la noticia que a última hora del día anterior la guarnición militar española de Manila había firmado la rendición de la plaza a los mandos militares norteamericanos. En aquella misma noticia se informaba de que lo que había sido la máxima autoridad militar española durante la última fase del conflicto, el capitán general Basilio Augustín, cesado por el gobierno liberal de Mateo Sagasta después de la trascendental derrota española de Cavite (1 de mayo de 1898), había abandonado Manila a bordo del barco alemán Prinz Heinrich.

Los catalanes de Manila pasan a administración norte americana. Fotografía de la Catedral de Manila (1880). Fuente Wikipedia

Fotografía de la catedral de Manila (1880). Fuente: Wikipedia.

En cambio, su relevo, el capitán general Fermín Jáudenes, se había quedado para hacer efectivo la entrega de la plaza y de las armas a las autoridades militares norteamericanas, y para organizar el retorno de los 12.000 soldados de leva españoles —muchos de los cuales eran catalanes— que habían sobrevivido al conflicto y a las enfermedades. Según las noticias publicadas, una de las cuestiones que más preocupaban la prensa y la opinión pública barcelonesas era la seguridad y el futuro de la colonia catalana en Manila; formada, aproximadamente, por unas 1.000 personas dedicadas básicamente a las actividades del comercio y de la enseñanza y articuladas en torno al Centre Català de Manila.

La noticia destacaba que el general Wesley Merrit (máxima autoridad militar norteamericana en las Filipinas) había garantizado la seguridad de las personas y la continuidad de la actividad de la colonia catalana. Aunque en aquella noticia se destacaba, también, que el general Merrit había impedido la entrada en la capital de las fuerzas independentistas tagalos, comandadas por Emilio Aguinaldo, para evitar posibles represalias. Otras informaciones publicadas con posterioridad desmentirían este extremo y lo situarían en el plano de la desconfianza mutua que se profesaban. Manila y su colonia catalana se quedarían bajo administración norteamericana durante casi medio siglo (1946).