Tal día como hoy del año 1455, hace 563 años, el cónclave cardenalicio reunido en Roma elegía a Alfonso de Borja y de Llançol pontífice de la Iglesia católica, que reinaría con el nombre de Calixto III, y que se convertía, de esta forma, en el primer papa catalanohablante de la historia. Alfonso de Borja, nacido en la Torreta de Canals (País Valencià) el año 1378, llegaba al sitial de san Pedro a los setenta y siete años, una edad muy avanzada en aquella época. Su nombramiento, a pesar de la edad, se explica por la necesidad del cónclave de encontrar una solución de compromiso temporal con el propósito de acabar con las luchas intestinas que libraban los diferentes partidos de la curia eclesiástica —que mantenían la Iglesia en una situación de cisma larvado y de descrédito creciente— y, también, de proyectar una imagen de fortaleza política.

El nombramiento de Alfonso de Borja sería, también, una manifestación del creciente poder de la Corona de Aragón en los asuntos políticos de la península italiana. Alfonso de Borja, doctor en Derecho Civil y en Derecho Canónico, había iniciado su carrera en la Universidad de Lleida. Pero muy pronto alcanzaría los cenáculos del poder, compaginando el ejercicio de la docencia con un cargo en la corte pontifical de Aviñón, entonces regida por Benedicto XIII, conocido como el papa Luna. Después, con la liquidación de la sede pontifical de Aviñón, coincidente con el acceso de los Trastámara castellanos al trono de la Corona de Aragón, sería nombrado promotor de negocios de la Cancillería de Barcelona (1417), vicecanciller (1419), miembro del Consejo real (1420), canciller de la Universidad de Lleida (1424) y obispo de València (1430).

Test|Tiesto 5. Los Reyes Católicos y la unidad dinástica hispánica. Mapa de Europa en tiempo de los Reyes Catolics. Fuente Archivo de El Nacional

Durante los veinticinco años que separan el nombramiento en la mitra valenciana de la coronación en la Santa Sede, se convirtió en la mano derecha del rey Alfonso IV, conocido como el Magnánimo, que desplazó Barcelona de su función histórica y dividió la capitalidad de la Corona de Aragón entre Nápoles y València. En Nápoles llevó a cabo la reforma administrativa, presidió el Consejo real y se le pidió que preparara a Ferran (hijo ilegítimo de Alfonso) como futuro rey de Nápoles. A pesar de su indiscutible prestigio intelectual y su amplia experiencia política, su coronación pontifical se produjo bajo el ruido amenazador de las armas turcas, atenuado por la garantía de protección que ofrecía la Corona de Aragón, el estado militarmente más potente del Mediterráneo.