Tal día como hoy del año 1931, hace 91 años, el pleno del Ayuntamiento de Barcelona, aprobaba una disposición que condenaba la acción y dejaba sin vigor los "boletines de adhesión" que, durante la etapa del régimen dictatorial de Primo de Rivera (1923-1931), el alcalde Darío Rumeu Freixa había obligado a firmar a todos los funcionarios del consistorio. Aquel boletín decía textualmente: “Para desvanecer todo equívoco respecto a los sentimientos del personal de este Municipio, por mi parte declaro que me enorgullezco de ser español, y como tal protesto de todo acto, propaganda o maquinación que directa o indirectamente, pública o encubiertamente, tienda a menoscabar la soberanía, el prestigio o la unidad de España”. Aquella disposición había sido iniciativa del concejal Lluís Massot i Balaguer, del partido Acció Catalana.
Cuando se produjo aquella votación y la posterior cremación de los "boletines de adhesión", el régimen dictatorial llegaba a su fin. Primo de Rivera había dimitido en enero de 1930 y había muerto dos meses más tarde en París (16/03/1930) en extrañas circunstancias. El rey Alfonso XIII, enormemente desprestigiado por el apoyo entusiástico que había brindado al general Primo de Rivera y a su régimen dictatorial, había nombrado como relevo al general Berenguer, que había recibido el encargo de conducir España hacia un régimen democrático. En aquel momento, los partidos políticos habían recuperado la legalidad, y tan sólo doce días después (12/04/1931) de aquella reprobación y cremación, se celebraban las elecciones municipales que conducirían a la restauración del autogobierno de Catalunya (liquidado a sangre y fuego en 1714) y a la caída de la monarquía.