Tal día como hoy del año 1714, hace 305 años, las autoridades políticas catalanas iniciaban conversaciones con los mandos del ejército borbónico francocastellano que había ocupado Catalunya para capitular la rendición de Barcelona. Aquellas conversaciones, que se preveían muy complicadas, venían precedidas de nueve años de guerra, siete de ocupación parcial de Catalunya, trece meses y medio de asedio sobre Barcelona, y dos días de intensos y encarnizados combates en las calles y plazas de la capital catalana. También el coste humano había sido elevadísimo: decenas de miles de víctimas en ambos bandos.

Las dificultades para llegar a un acuerdo ya se habían avistado durante la progresiva ocupación (1707-1714) previa a la rendición (1714). Los borbónicos se habían empleado a fondo en crear un clima de terror y en destruir el aparato productivo catalán. El Borbón había proclamado: “Los resistentes merecen ser sometidos al máximo rigor según las leyes de la guerra para que sirvan de ejemplo a todos mis otros súbditos que, a semejanza suya, persisten en la rebelión”. Y su mujer había amenazado con que era capaz de lanzar a los hijos por el balcón de palacio antes que perdonar a los catalanes.

En aquellas conversaciones, que finalizarían al día siguiente (14 de septiembre), las autoridades políticas catalanas expusieron que estaban dispuestas a renunciar a la soberanía de Carlos de Habsburgo y aceptar la de Felipe de Borbón, a cambio del mantenimiento del sistema político, económico y militar catalanes. Pero el duque de Berwick ―el máximo mando de las fuerzas de ocupación borbónicas― contestó que Felipe de Borbón (Felipe V) sólo tenía en mente escarmentar a los catalanes y que la única cosa que él, como comandante, podía garantizar era que se respetarían vidas, libertades y bienes.

Pasados dos días del asalto del 11 de septiembre, los borbónicos no habían conseguido el dominio sobre la ciudad. Sin embargo, las autoridades catalanas acabarían aceptando las condiciones de Berwick. Pero sólo pasada una semana, el aparato de dominación borbónico incumpliría los pactos, y detendría y encarcelaría ―y en algunos casos, ejecutaría― a los principales jefes militares catalanes. Por ejemplo, Moragues fue torturado y ejecutado (1715), Villarroel murió enfermo en una mazmorra del penal de Coruña (1726) y Basset murió en la indigencia poco después de ser excarcelado (1728).