Tal día como hoy del año 1311, hace 709 años, moría Arnau de Vilanova, considerado el médico más prestigioso de la medicina medieval, y el precedente más remoto de la farmacología moderna. Según la historiografía nacionalista española, Arnau de Vilanova había nacido en Villanueva de Jiloca (Aragón) sobre el 1240. En cambio, la investigación historiográfica moderna aporta una serie de datos que sitúan claramente su nacimiento en la ciudad de València, también, hacia 1240. También el lugar de su muerte ha sido motivo de debate. Por una parte se dice que murió en Génova, y por otra que fue víctima de un misterioso naufragio en alta mar.

En el transcurso de su carrera fue el médico de cabecera del conde-rey Jaime II y del pontífice Bonifacio VIII. También se ha probado que fue médico de varias cancillerías europeas de la época, aconsejando a sus gobernantes —como lo había hecho en Barcelona y en Roma— sobre temas de salud personal, familiar y pública. Durante esta etapa en el exterior simultaneó su profesión médica con misiones diplomáticas que le había encargado la cancillería de Barcelona. En una de estas ocasiones, en nombre de Jaime II, negoció con Felipe IV de Francia el estatus especial de Aran (1333), origen de las instituciones aranesas.

Arnau de Vilanova promovió la recuperación de los conocimientos médicos de las civilizaciones antiguas (griega y romana), que en aquella época dormían en el olvido más absoluto; y la reunión de los conocimientos del cuerpo humano y los de ciertos elementos químicos que tenían propiedades terapéuticas. Durante su exitosa carrera fue calumniado por las élites médicas de la época y acusado de ser un simple alquimista —un mago de los que pretendían transformar la paja en oro. Pero, en cambio, su aportación a la ciencia revela que fue el precedente más remoto de la farmacia científica moderna, asociada a la investigación, el diagnóstico y la prescripción médica.