Tal día como hoy del año 1701, hace 321 años, el Dietario de la Generalitat consignaba la aprobación de los tres brazos estamentales del país a la propuesta de Jorge de Hessen-Darmstadt, virrey hispánico en Catalunya, a fin de que la reina Mariana del Palatinado-Neoburgo, viuda del rey Carlos II, el último Habsburgo en el trono de Madrid, pasara a residir en Barcelona. Con la muerte de Carlos II (1 de noviembre de 1700), se había abierto el testamento a favor de la viuda, que contemplaba ―entre otras cosas― la asignación de una generosa pensión anual y vitalicia de 400.000 ducados, y la libertad de elección de la ciudad de residencia en cualquiera de los dominios de la monarquía hispánica.

Desde la muerte del rey y la confirmación de que Felipe de Anjou (futuro Felipe V) había sido nombrado heredero al trono hispánico, Mariana había recibido fuertísimas presiones del partido proborbónico de la corte de Madrid para abandonar el alcázar (la residencia real) y la capital. Según algunos investigadores, la opción preferida de la reina viuda era Toledo, pero el cardenal Portocarrero (hombre fuerte de la corte, líder del partido proborbónico y arzobispo de Toledo) prefería otra opción. Fue entonces cuando Jorge de Hesse-Darmstadt (pariente de la reina viuda) le ofreció la posibilidad de fijar su residencia en Barcelona, siempre que las instituciones catalanas lo aprobaran.

No obstante, aquel ofrecimiento tenía una naturaleza más de componente político que de solidaridad familiar. El testamento que legaba la Corona hispánica a un miembro de la casa de Borbón había causado mucha inquietud entre las clases dirigentes catalanas, que, después del resultado de la Guerra de Separación de Catalunya (1640-1652/59), sentían una profunda desconfianza hacia Luis XIV de Francia y su corte de Versalles. Aquel ofrecimiento y su aceptación ponen de relieve también que en la Barcelona de inicios de 1701 ya había un partido antiborbónico clandestino que no sería visible hasta 1703 (crisis por el caso Jager) y no sería operativo hasta 1705 (Pacto de Génova).

No obstante, Mariana de Neoburgo insistió en residir en Toledo, porque no se quería alejar de la corte de Madrid. Al estallar la Guerra de Sucesión en territorio peninsular (1705), se declaró abierta y públicamente partidaria de Carlos de Habsburgo y, poco después, cuando los ejércitos borbónicos entraron en Toledo, Felipe V la desterró en Bayona (País Vasco francés). Estuvo desterrada durante treinta y dos años (1706-1738), hasta que, a las puertas de la muerte, su sobrina Isabel Farnese (segunda esposa de Felipe V) intervino para que autorizaran su retorno a Madrid. A causa del resultado de la guerra no llegó a residir nunca en Barcelona.