Tal día como hoy del año 1893, hace 125 años, en el transcurso de un desfile del ejército español en la Gran Via de Barcelona, el dirigente anarquista Paulí Pallàs i Latorre lanzó dos bombas Orsini (un artefacto esférico que no se activa con la espoleta sino que explota con el impacto) contra el capitán general Arsenio Martínez-Campos y Antón, máxima autoridad militar en Catalunya, que en aquel acto presidía la comitiva. Del resultado de la explosión Martínez-Campos fue descabalgado del caballo, impactó contra el suelo y resultó herido leve. Pero, en cambio, dieciséis militares que formaban parte del desfile resultaron heridos graves; uno de los cuales, el guardia civil Jaime Tous, acabaría muriendo pocos días después.

Paulí Pallàs fue detenido prácticamente inmediatamente y, según las fuentes documentales, en la sala del consejo de guerra que lo juzgó, declaró que había actuado en venganza por la ejecución de cuatro anarquistas después de la revuelta del 8 de enero de 1892 en Jerez de la Frontera (Andalucía). Martínez-Campos había ejercido varias responsabilidades en los gobiernos del conservador Cánovas del Castillo y del liberal Sagasta; y en los círculos anarquistas se lo consideraba no tan sólo el responsable de la represión a los anarquistas andaluces, sino que también a los independentistas cubanos ―como máxima autoridad militar de la colonia (1876-1879)― y de la muerte de los soldados de leva españoles en la crisis de Melilla (1890) ―como exministro de guerra―.

El anarquista Paulino Empajara atenta contra el capitán general de Catalunya. Paulino Pallàs y Martinez Campos. Fuente Wikipedia

Paulí Pallàs y Martínez Campos / Fuente: Wikipedia

Paulí Pallàs, nacido en Cambrils (Baix Camp) el año 1862, había tenido una durísima infancia que condicionaría toda su vida. Criado en una familia muy humilde de albañiles, originaria de Maella (Matarranya), nunca fue escolarizado y llegó a pasar hambre. Sin embargo, aprendió solo a leer y a escribir, y después de unos años trabajando como viajante de comercio, emigraría a Argentina, donde entraría en contacto con los movimientos anarquistas. Allí sería considerado un hombre culto e instruido, y junto con el anarquista italiano Enrico Malatesta contribuiría a la alfabetización de las clases humildes y a la difusión del ideario libertario. Dos semanas después del atentado (6 de octubre), sería condenado a muerte y fusilado.