Tal día como hoy del año 1336, hace 686 años, en Barcelona, moría el conde rey Alfonso III de Barcelona y IV de Aragón, que había gobernado el edificio político catalanoaragonés durante nueve años (1327-1336). Durante su reinado, se había iniciado la crisis social y económica conocida como “lo mal any primer” ("el primer mal año") (1333) que anticipaba un siglo largo de carestías alimentarias, de epidemias, de pogromos, de cambio de dinastía real, de revoluciones y de guerras civiles. Y sería, también, el inicio de una progresiva pérdida del liderazgo que habían ejercido Barcelona y Catalunya al frente de la Corona catalanoaragonesa, en beneficio de València y del País Valencià, que vivirían su etapa de plenitud durante la centuria de 1400.

La primera gran crisis política vino provocada por el proyecto de Alfonso de enajenar villas y ciudades del patrimonio real en favor de los hijos de su segundo matrimonio: Fernando y Juan. Alfonso se había casado en segundas nupcias con Leonor de Castilla, hija del rey Fernando IV de Castilla y León, que siempre fue consciente de que la corona sería heredada por uno de los hijos varones del primer matrimonio, e instigó y maniobró para conseguir que Fernando y Juan obtuvieran feudos importantes que los situara como personajes destacados de la Corona. Pero las villas que tenían que ser objeto de aquella donación (situadas, principalmente, en el País Valencià) se rebelaron y la amenaza de un conflicto civil de gran alcance obligó a Alfonso a recular y lo desprestigió enormemente.

La segunda gran crisis política sería causada por los abusos cometidos por los terratenientes nobiliarios catalanes establecidos en Cerdeña durante la primera etapa de conquista (principios del siglo XIV). Alfonso nunca supo actuar con autoridad y firmeza y las secuelas de aquel conflicto impedirían la plena dominación de la isla hasta pasados casi cien años (Martín el Joven, 1409). Por otra parte, la ambición de los hijos de su segundo matrimonio sería un importante factor de desestabilización, tanto en la Corona catalanoaragonesa como en la Corona castellanoleonesa, y ambos tendrían un final trágico. Fernando fue asesinado en Borriana (1363) por orden de su hermanastro mayor, el conde rey Pedro III. Y Juan fue asesinado en Bilbao (1358) por orden de su primo, el rey Pedro I de Castilla y León.