Tal día como hoy del año 1940, hace 80 años, en el contexto de la II Guerra Mundial (1939-1945) un grupo de directores de medios de prensa catalanes y españoles, presididos por Luis de Galinsoga (director de La Vanguardia Española, y que, posteriormente, se haría tristemente célebre al proclamar "Todos los catalanas son una mierda"), eran recibidos y agasajados por Adolf Hitler, en aquel momento, el Führer (jefe de estado) de la Alemania nazi, en su cuartel general de Berlín. Una nota informativa publicada al día siguiente en "La Vanguardia Española" en primera plana decía: "nuestro ilustre y querido director, Luis de Galinsoga, se encuentra desde ayer, con otros compañeros españoles, en la capital del Reich. Son huéspedes de honor en el Cuartel General del Fuhrer”.

Aquella reunión se enmarcaba dentro de un potente proyecto propagandístico diseñado por el régimen nazi, con la connivencia del régimen franquista español, que pretendía convencer a las élites catalanas y españolas de la superioridad moral, intelectual y económica de la Alemania de Hitler. Hay que decir que, desde la ocupación franquista de Catalunya (1939), las direcciones de prensa habían sido depuradas, y aquellos directores fueron citados a Berlín con el propósito de colaborar en aquel proyecto propagandístico. Poco después la Wehrmacht capturaba al presidente Companys y lo entregaba a la policía franquista (13/08/1940); Hitler y Franco se reunían en Hendaya (23/10/1940); y, el mismo día 23, Himmler visitaba Barcelona y se reunía con los cabecillas del régimen franquista en la capital catalana.

Galinsoga, impuesto en la dirección de La Vanguardia Española por Ramon Serrano-Suñer (en aquellos momentos el número dos del régimen franquista y conocido popularmente como "el cuñadísimo" por su relación familiar con Franco), se revelaría como uno de los principales y más convencidos propagandistas de la ideología nacional-católica -y nacional-socialista, de rebote- en Catalunya. Furibundo anticatalán y profundo nacionalista español, durante veinte años (1939-1959) descatalanizó y despersonalizó el rotativo que dirigía, y culminó su etapa profesional en Catalunya, cuando convencido de su fuerza, de su inmunidad y de la protección que le brindaba el régimen; se permitió proclamar "Todos los catalanas son una mierda" (21/06/1959).