Tal día como hoy del año 1895, hace 127 años, se producía ―de forma simultánea y coordinada― una rebelión en treinta y cinco pueblos de la entonces colonia española de Cuba, que sería conocida como el Grito de Baire (en relación a una de las villas que secundó aquel movimiento) y que sería la chispa que haría estallar la tercera y definitiva Guerra de Cuba (1895-1898). Aquella operación revolucionaría sería liderada por José Martí, prohombre del movimiento independentista cubano y considerado padre de la patria cubana. Martí era de origen valenciano, había residido durante su infancia en la antigua villa valenciana de Campanar y se podía expresar perfectamente en catalán.

Martí no fue el único prohombre de la independencia catalanohablante. La investigación historiográfica revela la participación de un mínimo de cinco prohombres catalanohablantes en aquel proceso revolucionario: Montcada, en Santiago de Cuba; Bartomeu Masó, en Manzanillo; Vega Alemany, en Mayarí; Miró Argenter, en Holguín, o Masó Parra, en Las Veguitas, fueron los oficiales comandantes del ejército mambí (independentista) que impulsó aquel movimiento revolucionario. También Joan Ramon Pons (la mano derecha de Martí y creador del aparato de comunicación independentista) o Josep Oller (cronista de aquella guerra) serían elementos destacados de la voz catalana de aquella revolución.

Aquel movimiento se extendió rápidamente por todo el territorio y en pocas semanas los revolucionarios ya controlaban buena parte de la isla. Pero los mandos coloniales españoles (especialmente el general Weyler) reaccionaron poniendo en práctica la estrategia de tierra quemada; que consiguió limitar el aprovisionamiento de los mambís y contener el avance independentista, pero que, en contrapartida, sumió la isla en la miseria más absoluta. Hasta pasados tres años (abril de 1898) no se produciría la entrada en guerra del ejército norteamericano. Y tres meses después (julio de 1898), el Gobierno del liberal Sagasta firmaba la rendición.