"Felicidades por el 'Joc de Cartes'", me dicen por la calle. "Eres una prepotente" (y muchas otras cosas que no me apetece reproducir), me escriben por redes. También, que la victoria "es de otra liga". De lo primero, no estoy de acuerdo. Los comentarios a mis compañeros los hice con estima, ironía y riéndome de mi divismo. Lo siento por los que no lo han entendido así, pero creo que dice más de ellos que de mí.

Es de agradecer que en un "Joc de Cartes" no haya navajazos y que reine el buen rollo, ¡y como comunicadora sé cuándo tengo que poner un poco de sal y pimienta! (como diría a la cocinera Carme Ruscalleda, que acaba de ser nombrada doctora honoris causa por la Universidad de Barcelona). Ya que "En Catalunya, la comida es cultura", dijo la chef en el paraninfo.

Echo en falta unas críticas más profundas como esta: fui poco arriesgada pidiendo los platos en los otros restaurantes. O por qué a veces no salen los postres en el programa. La respuesta es siempre el tiempo. "Espero muchos de unas gyozas y de la vida", dije compartiendo mesa con mis colegas. No os engañaré, y menos en esta sección que empieza con este artículo: recurrir a la parte más caricaturesca de mí misma me ayudó a superar unos días muy complicados. Con ello no me quiero justificar, sino explicar a quienes tienen poca empatía, que no digan por redes lo que no se atreven a decir a la cara, porque ambas cosas tienen repercusión en la vida real. Es especialmente preocupante este odio irracional hacia las mujeres, que, con la excusa de cómo vestimos, buscan desautorizar nuestra profesionalidad. Que te guste el arte de vestir, ¿qué tiene que ver con tu trabajo? Precisamente en mi caso... ¡ambas cosas van de tener un gusto exquisito!

Quienes defienden que no hay que ser feminista es porque han tenido el lujo de no haber sufrido el machismo en primera fila

Supongo que deben pensar que me lo merezco por ir de Carrie Bradshaw. Si me hubieran llamado "coja", por poner un mal ejemplo, se me habría defendido, pero lo que me han dicho se supone que me lo tengo que tragar por ir "de guays". O no, después de ver lo miserable que es alguna gente (de todos los géneros), incluso después de la muerte, con Itziar Castro. Precisamente ella, la actriz que este año protagoniza el anuncio del Gremi de Restauració de Barcelona. Su homenaje en el Red Fish fue único: con rosas rojas, sus burbujas preferidas, música y con amigos, que son familia, que hicieron el esfuerzo, junto con sus padres, de celebrar su vida, aunque también llorábamos su muerte. Lleno de sororidad (Jennifer Hermoso e Irene Montero en primera fila), prometimos continuar el legado que esta gran mujer nos ha enseñado. "Quien no es feminista es machista", recordaba la periodista a Imma Sust, y sonreía con los ojos llorosos al recordar que los que acosaban de niña a su mejor amiga después le pedían hacerse una foto para subirla a Instagram. Siempre pienso que quienes defienden que no hay que ser feminista es porque han tenido el lujo de no haber sufrido el machismo en primera fila.

Me niego a ser una "Catalanis Morrissette". Es decir, una mujer poseedora de una modestia sumisa que consiste en transmitir negatividad cuando alguien te halaga para caer bien. "¡Estás guapa¡" / ¡Qué va, he dormido fatal!" o tipo "¡Qué vestido más chulo!" / "¿Sí? Me lo he comprado porque estaba muy rebajado en el Black Friday". Saquemos pecho como Úrsula Corberó al recibir su Premio Ondas y felicitémonos a nosotros mism@s aunque creamos que no queda bien: "Me lo dedico a mí por ser tan trabajadora, tan valiente y tan maja". Lo siento, soy culpable: no pude hacer el postureo de #ayquenervios, soy muchas cosas, pero no falsa.

Del segundo bloque de críticas, estoy totalmente de acuerdo: "Si ganas, el mérito es de Xavier Pellicer". Es cierto: la maestría es del chef de un restaurante valiente, saludable, biodinámico y de altísima calidad. Como gastrónoma, sé muy bien el nivel de su cocina y se merece la estrella que la Michelin no le otorgó en esta última gala en el Fòrum de Barcelona. No era soberbia: era sinceridad y autenticidad. Y como sumiller, mi seguridad se veía potenciada por la extensa carta de vinos de KM0, con una gran selección calidad-precio-placer de las once denominaciones de origen catalanas. Al fin y al cabo, sumado al hecho de que su comida sienta bien —la última experiencia de una gran comida, para mí, está en el lavabo—, me hacía andar como si sonara una canción de Jennifer López. "Ignoramos nuestra verdadera altura hasta que nos ponemos de pie", decía Emily Dickinson a inicios del siglo XIX. Pues por fin estamos casi en 2024, y los que tienen que ponerse rojos son los de X (antiguo Twitter) y yo seguiré siendo presumida como la rosa del Pequeño Príncipe.

Son muchos los que no quieren participar en "Joc de Cartes". A todos nos da miedo la exposición, que nos juzguen, que nos critiquen y mostrar nuestras debilidades (tanto en la pantalla como en la vida). Nuestra medida como espectadores también pone de manifiesto el tipo de personas que somos: las que suman siempre o las que restan y se dedican a machacar al/ a la que destaca y es diferente. Y a mis haters solo les diré que en vez de criticar (que arruga) a los que participamos en "Joc de Cartes", piensen en la cobardía de los que no van y sobre todo en la de ellos, que no dan la cara.