Tal día como hoy del año 1931, hace 92 años, en París, moría Jaime de Borbón y Borbón-Parma, tataranieto de Carlos María Isidro de Borbón, fundador del carlismo, y quinto pretendiente carlista al trono de España. Jaime de Borbón había tenido una relación muy estrecha con Barcelona y con los carlistas catalanes. Desde el exilio de Francia había nombrado su gobierno en España, y en este ejecutivo los carlistas catalanes tuvieron un papel y una proyección muy destacados. "Dom Jaume", como era llamado por sus partidarios catalanes, aceptó que lo titularan Jaume III. Este ordinal (III) era un reconocimiento a la antigua corona catalanoaragonesa, a través de la existencia anterior de sus reyes Jaime I y Jaime II. En cambio, en Castilla, los carlistas lo llamaron Jaime I.

Jaime de Borbón intentó reagrupar los restos del carlismo después de la derrota en la Tercera y definitiva Guerra Carlista (1872-1875) y allí donde encontró más apoyo fue en Catalunya. Por este motivo, presidió varios "encuentros" carlistas catalanes en Occitania; y, en varias ocasiones, viajó clandestinamente a Barcelona para visitar a sus partidarios catalanes. Este grupo era visible a través de figuras como Bartomeu Feliu, profesor del Instituto de Cervera y delegado de "dom Jaume" en el territorio español. O como Manuel Milà de la Roca y Lluís Maria Llauder, propietarios del rotativo tradicionalista El Correo Catalán. O como los clérigos regionalistas Torras i Bages, obispo de Vic, y Fèlix Sardà, escritor y difusor del ideario tradicionalista.

Esta relación influiría en la idea de arquitectura de estado de "dom Jaume", que ambicionaría transportar el carlismo español hacia posicionamientos foralistas: convertir España en una monarquía confederal, como en tiempo de los Habsburgo (1518-1700). Y eso significaba que Catalunya, el País Valencià, Aragón, Navarra y el País Vasco recuperarían sus autogobiernos, perdidos durante los siglos XVIII y XIX. Esta iniciativa encontró la oposición de los carlistas castellanos y andaluces. El conflicto se intensificó coincidiendo con la I Guerra Mundial (1914-1918), cuando "dom Jaume" y los foralistas se declararon partidarios de los aliados y los unitaristas de los imperios centrales. Aquel conflicto se saldaría con la ruptura del movimiento carlista.