Tal día como hoy del año 1238, hace 785 años, el rey Jaime I entraba protocolariamente en la ciudad de Balansiya y la incorporaba a sus dominios. A partir de aquel momento, la ciudad se pasaría a llamar a Valencia. Después de la ocupación catalanoaragonesa, la práctica totalidad de la población musulmana fue expulsada, y los edificios de la ciudad fueron distribuidos entre los hosts reales de Jaime I y los de los barones nobiliarios y las jerarquías eclesiásticas que habían participado en aquella empresa militar. Según el Libro de Reparto, ½ del patrimonio inmobiliario de la ciudad fue asignado a catalanes, ¼ parte a aragoneses, y el ¼ restante a languedocianos, gascones y navarros que habían participado, en calidad de mercenarios, en aquella conquista.

Jaime I entró en Valencia once días después de que los musulmanes pactaran la capitulación de la ciudad (28 de septiembre de 1238). En aquella capitulación, se estipulaba que los musulmanes que lo quisieran se podrían quedar en sus casas y en sus tierras. Pero este pacto no fue nunca respetado por los conquistadores. Entre 1238 (conquista y ocupación de Valencia) y 1609 (expulsión de los moriscos valencianos), la población musulmana fue concentrada sobre los nuevos y extensos latifundios del interior del país (básicamente en manos de la nobleza aragonesa), y fueron reducidos, prácticamente, a la condición de esclavos. Durante siglos, los moriscos valencianos, descendientes de los campesinos musulmanes de Valencia y del litoral, vivieron en un estado de semiesclavitud.

Dos años más tarde (1240), Jaime I ordenó la creación de una primera estructura política y de gobierno de la ciudad y del país, y promulgó la "Costumbre de Valencia", que se organizaba con una cámara municipal de Jurados (el gobierno municipal, presidido por un consejero en jefe), y dos salas de justicia, una civil y otra criminal (presididas por sus respectivos magistrados). La nobleza aragonesa se opuso, por qué, con aquellas medidas, el País Valencià avanzaba hacia un modelo de autogobierno. Veintitrés años más tarde, (1261) el mismo rey Jaime I, confirmaría aquel estatus y promulgaría los Fueros de la Ciudad y Reino de Valencia —los Furs valencians (1261)—, y se redactarían inspirados en los Usatges de Barcelona, las Costums de Lleida y el Fuero de Zaragoza.