Tal día como hoy del año 1659, hace 366 años, en Ciudad de México (entonces capital del virreinato hispánico de Nueva España), la Inquisición hispánica ejecutaba a William Lamport, que había sido acusado y condenado a muerte por herejía y prácticas diabólicas. Lamport, que había llegado a México en 1640 como espía del conde-duque de Olivares —primer ministro de la monarquía hispánica— para informar sobre la trama de corrupción que afectaba a la Administración virreinal de Nueva España, se relacionó rápidamente con las oligarquías coloniales y elaboró y puso en práctica su plan: se hizo pasar por hijo ilegítimo del rey hispánico Felipe IV y reunió a un grupo importante de autoridades coloniales dispuestas a proclamar la independencia de México y a coronarlo rey del nuevo Estado resultante (1642).
William Lamport venía de una vida azarosa. Había nacido hacia 1610 en Wexford, en la Irlanda ocupada por Inglaterra, y en una familia de la pequeña nobleza arruinada por su participación en la lucha contra la dominación inglesa. Lamport comenzó sus estudios en Londres, pero fue perseguido por sus ideas y huyó enrolado en un barco corsario. Tras una corta etapa dedicado a la piratería y a un rocambolesco naufragio, puso rumbo a Galicia, donde consiguió entrar al servicio de la Administración hispánica y terminar sus estudios con brillantes calificaciones. Acto seguido se alistaría en el ejército hispánico y participaría en diversas batallas de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) hasta que entró al servicio del primer ministro, el conde-duque de Olivares, como guardia de corps y como consejero.
El plan de Lamport se produjo en un momento de crisis y descomposición del Imperio hispánico y estaba claramente inspirado en otros procesos similares que se habían producido durante los dos años anteriores: la revolución independentista catalana de Pau Claris (1640), la portuguesa de Joan de Bragança (1640) y la andaluza del duque de Medina-Sidonia (1641). Y, junto con estos, inspiraría otros procesos que se producirían durante los años siguientes dentro de los mismos dominios hispánicos: la revolución napolitana de Tommaso Aniello (1647) y la siciliana de Giuseppe d’Alessi (1647). Aquel plan fue desarticulado antes de ejecutarse por la delación de un colaborador de Lamport —el militar hispánico Felipe Méndez. No obstante, se le considera precursor de una independencia mexicana que no se produciría hasta un siglo y medio después (1821).