Tal día como hoy del año 1939, hace 80 años, en el contexto de los meses inmediatamente posteriores a la ocupación franquista de Catalunya y a la conclusión de la Guerra Civil española (1936-1939), las autoridades del nuevo régimen en Barcelona organizaban una visita a la prisión Model. Según la prensa de la época (La Vanguardia Española, edición del 22/08/1939), aquella visita estuvo presidida por el general Orgaz Yoldi (ninguno de los Servicios de Ocupación), que estuvo acompañado por el teniente coronel Ruiz del Arbol. En la prisión Model fueron recibidos por Isidro Castillón López, director de la prisión Model e inspector de prisiones del régimen; que se había hecho tristemente célebre por su insistente proclama: “un preso es la diezmillonésima parte de una mierda”.

Aquella visita generó una importante expectación, sobre todo porque el régimen franquista había hecho suyas las palabras del diplomático y escritor Agustín de Foxá Torroba, que había proclamado que los presos políticos de las penitenciarías franquistas eran: “una masa revuelta formada por mujerzuelas feas y jorobadas, niños anémicos y sucios, tipos cojos, obreros de mirada estúpida y maestritos amargados”. Según la misma prensa, el acto central de aquella visita fue  “una misa cantada que se celebró en un altar instalado en el templete que sirve de oficina de control (...) en el momento solemne de la Elevación (el sagramento de la eucaristia), se tocó el Himno Nacional (...) y finalmente se interpretó el himno del Movimiento (el Cara al Solcantado por todos los asistentes al acto”.

La misma nota de prensa destaca que, concluido el oficio religioso, Orgaz se dirigió a la población reclusa y proclamó: “A los que sufrís las horas de reclusión quiero dirigirme en esta comunión espiritual de hoy. Por encima de la amargura de vuestro contratiempo, elevad vuestro espíritu unificado pensando en que la justicia de la nueva España se interpreta en un sentido justo y generoso (...) este acto es augurio de un porvenir esperanzador que subsane pasados errores que aquí os trajeron (...) Por eso, para que esa justicia auténticamente cristiana y auténticamente española se produjera, advino, bajo la sabia dirección del Caudillo, el régimen que nos permite con orgullo proclamar nuestra condición de españoles”.