Tal día como hoy del año 1644, hace 379 años, en Roma acababa el cónclave para la elección del nuevo pontífice que tenía que relevar al difunto Urbano VIII, fallecido el 29 de julio anterior. Aquel cónclave se había iniciado el 9 de agosto de 1644 con el trasfondo de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) y, especialmente, de los conflictos regionales que enfrentaban, directamente, los dos gigantes europeos del momento: la Guerra hispano-francesa (1635-1659) y la Guerra de Separación de Catalunya (1640/1652/59). En el conflicto catalán, la monarquía francesa había firmado dos tratados con el gobierno de Catalunya para colaborar militarmente en la expulsión de los hispánicos del territorio del Principado.

Los 57 cardenales asistentes en el cónclave estaban, claramente, divididos entre profranceses y prohispánicos. El anterior pontífice Maffeo Barberini, que había reinado como Urbano VIII (1623-1644), había mantenido una posición profrancesa. Pero en aquel cónclave, la cancillería hispánica de Felipe IV compró las voluntades de algunos electores indecisos y especialmente molestos con la corrupción que practicaban los dos sobrinos del difunto pontífice elevados a la categoría de cardenales. Y consiguió inclinar la votación a favor del prohispánico Giovanni Battista Pamphili, descendiente del papa Borja, que reinaría como Inocencio X y que obtuvo 37 de los 57 votos emitidos.

Con respecto a Catalunya, este nombramiento no tuvo consecuencias. Las mitras de Tarragona, capital de la Iglesia catalana y en situación vacante desde 1637 por la muerte del arzobispo, y de Barcelona, en situación de abandono desde 1642 por la fuga del obispo prohispánico, no serían provistas hasta después de la ocupación hispánica del Principado (1652). Y la ofensiva hispánica (ocupación de Lleida, 1644) fue contrarrestada poco después (recuperación de Lleida, 1645). Pero en el ámbito internacional, la diplomacia hispánica reavivó hasta que las continuas derrotas en los múltiples frentes de guerra obligaron a Madrid a buscar una paz con los estados centroeuropeos protestantes.

En las conferencias de paz de Münster y de Westfalia (1648), Felipe IV e Inocencio X perdieron la posición que tenían en el concierto internacional. El modelo imperial hispánico de la "universitas christiana" que había dominado la ideología de las cancillerías europeas desde principios del siglo XVI fue relevado por la "razón de estado" de fábrica francesa. Y el pontífice perdió el poder temporal que había ejercido sobre la comunidad internacional desde el tiempo de Carlomagno (siglo VIII). En aquellas conferencias de paz, el representante hispánico Diego de Saavedra Fajardo se vería en la difícil e incómoda situación conversar y negociar con su homólogo catalán Francesc de Montpalau.