Tal día como hoy del año 1292, hace 731 años, un grupo de Galeras de Catalunya comandadas por Berenguer de Montoliu, culminaba la operación de bloqueo marítimo y asfixia por mar de la plaza de Tarifa, en aquel momento en poder del reino amazige de los merínidas (también denominados benimerines). Durante los meses anteriores (julio-octubre, 1292) las Galeras de Catalunya, junto con un grupo de naves genovesas; habían combatido con éxito todos los intentos merínidas de socorrer la plaza de Tarifa, que venían de la otra orilla del Estrecho de Gibraltar. Los castellanoleoneses, que habían rodeado la plaza por tierra, solo tuvieron que esperar que los asediados no recibieran provisiones y agotaran las reservas; y se vieran forzados a la rendición.

Aquella operación militar formaba parte de un proyecto de más envergadura, impulsado por todas las potencias marítimas cristianas del Mediterráneo, que consistía en expulsar a los musulmanes de la orilla norte del Estrecho de Gibraltar y abrir el tráfico naval hacia el Atlántico. Durante los siglos anteriores el comercio entre Barcelona, Génova o Venecia con Burdeos, Brujas o Londres se tenía que hacer por vía terrestre, porque el cuadrante marítimo del Estrecho de Gibraltar era un avispero de piratas musulmanes protegidos por los poderes territorios árabes que dominaban las dos orillas del mar. Después de la rendición de Tarifa, los musulmanes siguieron manteniendo presencia en la zona; que no desaparecería definitivamente hasta la toma de Gibraltar (1309) y la batalla de Ceuta (1339).

Después de la toma de Tarifa, ya se produjo una tímida presencia de cocas catalanas y mallorquinas (barcos mercantes) en los puertos de Brujas y Londres. La amenaza de la piratería musulmana se reduciría progresivamente y a partir de 1339, después de la victoria naval catalana en la Batalla de Ceuta (contra una armada conjunta de los nazaríes granadinos, los marínides marroquíes y los háfsidas argelinos); el Estrecho quedaría totalmente abierto. Poco después (1343), los navegantes Jaume Ferrer (mallorquín) y Lanzarotto Malocello (genovés) se convertirían en los primeros europeos modernos que tocaban las islas Canarias. Ferrer continuaría su viaje hasta las costas de Río de Oro, actual Sáhara Occidental, en busca de las fuentes de producción de especias y de captura de esclavos.