Tal día como hoy del año 1862, hace 162 años, se inauguraba oficialmente la línea de ferrocarril Barcelona-Granollers-Girona, como un tramo más del trayecto que tenía que enlazar la capital catalana con la red ferroviaria francesa. El primer tren había llegado a Girona unas semanas antes (26 de enero de 1862), pero, según las fuentes documentales, las obras de construcción del edificio de la estación no culminarían hasta la fecha prevista de inauguración. Las mismas fuentes afirman que, durante aquellas cinco semanas que separaban el 26 de enero del 3 de marzo, las obras avanzaron a un ritmo trepidante.

A las nueve de la mañana, las campanas de la catedral anunciaban que la comitiva oficial salía del ayuntamiento en dirección a la estación. En frente iban los gigantes y los cabezudos, y una banda del regimiento militar de la plaza. Según las fuentes documentales, a las diez en punto entraba el tren de la jornada inaugural, mientras las campanas de todas las iglesias de la ciudad repicaban. Cuando el tren se detuvo y el pasaje estuvo en el andén, el obispo Florencio Lorente, situado sobre un altar efímero construido expresamente, bendecía el convoy.

Las fuentes documentales relatan, también, que la llegada del ferrocarril provocó una gran expectación en Girona. Y que, durante las semanas previas a la inauguración oficiales, entre los más pequeños surgió un peligroso juego, que consistía en saltar las vías mientras se aproximaba la locomotora. El ganador era el que saltaba más cerca de la locomotora. La noticia de la práctica de este juego alarmó a los dirigentes de la compañía del ferrocarril y a las autoridades de la ciudad, que publicarían un bando (25 de febrero de 1862) prohibiendo esta práctica, con la amenaza de sanciones económicas importantes a los padres de los infractores.