Tal día como hoy del año 1469, hace 554 años, Fernando de Aragón, heredero al trono de Barcelona, e Isabel de Castilla, heredera al trono de Toledo, se encontraban en Valladolid (corona castellanoleonesa) después de un viaje efectuado clandestinamente con el propósito de celebrar la boda que había sido secretamente negociada en Cervera (Principat de Catalunya). El propósito de los partidarios del matrimonio —y por lo tanto, de la unión dinástica— era casar a los dos herederos sin que lo supiera el rey Enrique IV de Castilla y León, hermanastro de Isabel, que, con anterioridad, había nombrado heredera a la futura reina católica con la condición de que él decidiría con quién se casaba ella. Una boda no autorizada representaba la pérdida de la condición de heredera que tenía Isabel.

Aquellas negociaciones y bodas se celebraron en un contexto de tensión que anticipaba la Guerra Civil castellana. Por una parte, estaban las mayoritarias oligarquías partidarias de la unión dinástica de las coronas castellanoleonesa y portuguesa, denominado "partido portugués" y liderados por Juana, hija del rey Enrique IV, pero sobre la cual pesaba la sospecha de que su padre biológico era el ministro Beltrán de la Cueva, amante de la reina. Por este motivo, sus enemigos la llamaron "la Beltraneja". Y, por el otro lado, estaban las minoritarias oligarquías partidarias de la unión dinástica de las coronas castellanoleonesa y catalanoaragonesa, denominado "partido aragonés" y liderado por Isabel de Castilla, tía de Juana la Beltraneja.

La boda de Fernando e Isabel se acabaría celebrando cinco días más tarde (el 19 de octubre de 1469) en una capilla privada en el Palacio de los Vivero, propiedad de Juan Pérez de Vivero, uno de los oligarcas castellanoleoneses del "partido aragonés". A pesar de las precauciones que tomaron, el rey Enrique IV fue informado de la celebración de aquellas bodas y le retiró a Isabel su condición de heredera. En aquel momento los partidarios de Isabel se rebelaron, con el apoyo de las clases mercantiles catalano-valencianas, y estalló la Guerra Civil castellana (1475-1479). Al inicio del conflicto, Isabel y Fernando aprovecharon que el heredero de Pérez de Vivero había sido condenado por el asesinato de su esposa y confiscaron el palacio.