Tal día como hoy del año 1505, hace 517 años, en Salamanca (corona castellanoleonesa), el rey Fernando II de Catalunya y Aragón (viudo de Isabel I de Castilla y León) y su yerno Felipe de Habsburgo (esposo de Juana, mal llamada "la Loca" y heredera al trono de Toledo) firmaban un acuerdo que tenía el propósito de evitar un conflicto que habría abarcado la totalidad de los dominios peninsulares de la monarquía hispánica. En aquella concordia, Fernando y Felipe se convertían en cogobernantes de la corona castellanoleonesa. Fernando conseguía ir más allá de la condición de regente que le había reservado a la difunta Isabel en su testamento; y Felipe alcanzaba la codirección del reino que en ningún caso estaba contemplada en las últimas voluntades de la difunta reina.

Fernando, a pesar de su larga carrera política y militar como consorte de Isabel I, no tenía partidarios entre las clases dominantes de la corona castellanoleonesa. La gran mayoría de las clases aristocráticas castellanoleonesas habrían querido que, a la muerte de Isabel (1504), Fernando se retirara a la corona catalanoaragonesa. Este mismo estamento de poder aspiraba a hacer efectivo, rigurosamente, el testamento de Isabel, que nombraba a Juana como su única heredera. Pero, a causa de los problemas de salud mental que, ocasionalmente, afectaban a Juana, estaban dispuestos a entregar el poder efectivo a Felipe, a pesar de su condición de extranjero, básicamente para impedir que Fernando, aprovechando el estado de su hija, usurpara el gobierno del reino.

En cambio, Fernando tenía muchos partidarios en los países de la corona catalanoaragonesa. A pesar del oscuro episodio de la detención y encarcelamiento de los Colón y el chantaje a que fueron sometidos para renunciar a las Capitulaciones de Santa Fe (1500); Fernando contaba con un partido muy amplio y muy dinámico formado por las clases mercantiles catalano-valencianas y su extensión en los puertos de la Andalucía atlántica, de las Canarias y de la colonia Española. Este corpus social ya había sido el promotor del matrimonio de Fernando e Isabel (1469) y, en aquel momento, estaba muy comprometido con la consolidación de la unión dinástica y en los viajes y negocios que se promovían desde la Andalucía atlántica, desde las islas Canarias y desde la colonia de la Española.