Tal día como hoy del año 1568, hace 455 años, en Bruselas (capital del condado independiente de Flandes); el gobernador hispánico Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, duque de Alba, ordenaba dar cumplimiento a la orden de ejecución firmada por el rey Felipe II contra Lamoral de Egmont y Felipe de Montmorency; aristócratas flamencos que habían sido mediadores del conflicto político que enfrentaba a las instituciones de gobierno de los Países Bajos borgoñones —lideradas por Flandes— con la monarquía hispánica, como representación del poder central.

Los Países Bajos borgoñones formaban parte del conglomerado hispánico desde que Carlos de Gante había heredado el patrimonio de su abuela paterna María de Borgoña (1516). De hecho, Felipe el Bello, padre de Carlos, había nacido y se había criado en Brujas (1478). Y el mismo Carlos, había nacido y se había criado en Gante (1500). Pero después de la muerte de Carlos y el ascenso al trono de su hijo primogénito Felipe II; las relaciones entre las instituciones de gobierno de los Países Bajos (el territorio más rico del conglomerado hispánico) y el poder central se habían deteriorado a marchas forzadas.

En aquel contexto de conflicto económico (la pretensión hispánica de expoliar fiscalmente el territorio) y de conflicto político-religioso (la represión hispánica contra el protestantismo mayoritario en las provincias de la mitad del norte del territorio); la respuesta de Felipe II fue sofocar la contestación con la violencia de los Tercios de Castilla. Alba creó el Tribunal de Tumultos, que en tres años (1567-1570) ejecutó a más de 1.000 personas y provocó el exilio de más de 60.000. Egmont (pariente del rey) y Montmorency intentaron sin éxito sentar a los contendientes a negociar.

Felipe II, descontento con la forma en que Egmont y Montmorency afrontaban el conflicto, los citó en Madrid y los retuvo durante mucho tiempo, casi secuestrados, esperando que la situación en Flandes acabara descontrolada. Y después de los incidentes protagonizados por los iconoclastas reformistas (destrucción de imágenes en templos católicos), ordenó una represión total que se inauguró con la ejecución de los dos mediadores. El conflicto se intensificaría, y la monarquía hispánica perdería el control del territorio después de la masacre de los Tercios de Castilla sobre la población civil de Amberes (1576).