Tal día como hoy del año 1714, hace 310 años, en Madrid, y en el contexto de la guerra de Sucesión Hispánica (1701-1715), el rey Felipe V —el primer Borbón hispánico— firmaba la orden de creación de la Armada Española, que unificaría todas las marinas de guerra de los dominios peninsulares borbónicos. Ello implicaba la desaparición de la histórica marina de guerra catalana, formada por las Galeres de Catalunya. El proyecto de creación de una marina unificada española había sido promovido por los ministros José Patiño (que después de la ocupación borbónica de 1714 sería el autor del saqueo documental de los archivos catalanes) y Zenón de Somadevilla, marqués de la Ensenada (que en 1749 sería el autor del intento de exterminio físico de la población gitana peninsular).

Con esa orden se acababa con la existencia de una marina de guerra con más de siete siglos de historia, que había conservado su independencia durante la etapa foral (1518-1714). Las fuentes documentales revelan que en las grandes batallas navales que había librado la Monarquía Hispánica durante el siglo XVI, las Galeres de Catalunya habían participado como un cuerpo autónomo, dirigido por sus propios mandos de nación catalana y alimentado por tripulaciones exclusivamente catalanas. Tanto a la batalla de Lepanto (1571) —contra el imperio otomano— como a la batalla de Dover (1588) —contra Inglaterra, formando parte de la llamada Armada Invencible— las Galeres de Catalunya formaron parte del conglomerado naval hispánico.

Esa orden significó, también, el final anticipado de las Drassanes de Barcelona. En ese momento, la capital catalana todavía resistía el asedio borbónico (julio, 1713 – septiembre, 1714), pero Patiño y Somadevilla ya habían proyectado la creación de tres grandes arsenales en Cartagena, Ferrol y Cádiz, que centralizarían la construcción naval y armamentística. Poco después de la ocupación borbónica de Barcelona (1714), las Drassanes de Barcelona fueron convertidas en un cuartel militar y nunca más volvieron a hacer su función. La industria naval catalana, que durante siglos había provisto a las marinas mercantes europeas, se quedó sin su principal astillero, y no pudo continuar con su tarea.