Tal día como hoy del año 1484, hace 533 años, estallaba la primera gran crisis política entre las instituciones de gobierno del Principado de Catalunya y la monarquía hispánica formada por los reyes Fernando de Aragón e Isabel de Castilla. El motivo que condujo a la crisis fue la decisión de los monarcas hispánicos de unificar las inquisiciones castellana y aragonesa (1483) en un solo organismo dirigido desde Toledo. Tanto la Generalitat como el Consejo de Ciento barcelonés se opusieron a esta medida política argumentando que obedecía a una maniobra de poder autoritarista y centralizadora que violaba las constituciones de Catalunya juradas por el monarca.

 

La inquisición hispánica había sido establecida seis años antes (1478) por decisión de los Reyes Católicos con el pretexto de controlar el proceso de asimilación de los judíos conversos a la fe cristiana. Inicialmente solo fue implantada en los países de la corona castellana. Pero en 1484 —seis años después— fue establecida, también, en los países de la Corona de Aragón. En los reinos de Aragón y de València fue implantada con relativa rapidez. Pero, en cambio, las élites del Principado y de Mallorca presentaron mucha resistencia en el establecimiento de un organismo de naturaleza policial y judicial que escapaba del control de las instituciones de gobierno propias.

 

El proyecto de unificación inquisitorial respondía a la voluntad de crear un organismo que tenía que ser el precedente de una batería de políticas centralizadoras. El rey Fernando, en su calidad de conde de Barcelona y príncipe (hombre principal) de Catalunya, intentó negociar la propuesta. Pero la negativa de las instituciones catalanas, que no aceptaban otro vínculo con el edificio político hispánico que la figura del rey, desembocó en una crisis política que el monarca resolvió amenazando fallar a favor de los siervos de la gleba en el conflicto abierto con el estamento nobiliario. Y la inquisición sería convertida en el primer organismo centralizado del edificio político hispánico.