Tal día como hoy del año 1773, hace 247 años, en Barcelona estallaba el primer motín de las quintas de una serie de protestas de esta naturaleza que se producirían durante los siglos XVIII y XIX. El primer motín (el de 1773) se produjo cuando el conde de Ricla, secretario de guerra (equivalente a ministro de Defensa) del rey Carlos III, ordenó al capitán general de Catalunya Bernardo O'Connor, hacer efectiva a la Real Ordenanza de Quintos (1770) que implicaba el reclutamiento forzoso de uno de cada cinco chicos en edad militar. Aquella ordenanza, que afectaría al conjunto de los dominios borbónicos peninsulares, se había publicado para completar la tropa militar voluntaria española.

El motín fue inciado por los quintos y por sus familias, pero rápidamente se sumaron todos los cuerpos sociales de la ciudad, incluso algunas esferas del poder. Pocos días antes de los hechos, ya circulaban por Barcelona pasquines llamando a la revuelta. A primera hora de la mañana, un grupo de quintos se subió al campanario de la Catedral y tocaron a rebato, con lo cual aquel motín se generalizó. Poco después un grupo de quintos intentó salir de la ciudad por el Portal Nou (en el actual Arc de Triomf), y fueron interceptados y tiroteados por un destacamento armado del ejército español. Aquel brutal incidente se saldaría con un muerto y once heridos de bala, todos del grupo de los quintos.

Pasadas las horas, el aparato militar español detuvo y encarceló a varias personas acusadas de dirigir el motín. En aquel contexto de represión, el obispo Josep Climent efectuó varias gestiones ante Campomanes —uno de los ministros más progresistas de Carlos III— para conseguir la liberación de los presos. Pero la actitud intransigente del núcleo duro de la corte de Madrid, acabaría con una crisis de gobierno, que Ricla resolvería con la destitución fulminante de O'Connor (convertido en el chivo expiatorio). Posteriormente, Aranda —ministro plenipotenciario de Carlos III- forzaría la del obispo Climent (oportunamente disfrazada de renuncia voluntaria), y los presos catalanes serían condenados a reclusión.