Tal día como hoy del año 1802, hace 221 años, se hacía efectivo el Tratado de Amiens (firmado el 27 de marzo anterior) que ponía fin a la guerra que había enfrentado a la Primera República francesa contra Gran Bretaña y un bloque de países gobernados por regímenes antirrevolucionarios. Aquel conflicto, denominado guerra de la Segunda Coalición (1798-1802), se saldó con un empate que no resolvía la amenaza de una guerra todavía más larga y más devastadora que acabaría estallando poco después (1808). En aquel contexto de bloques, destacaba la posición discordante del reino de España, gobernado por una monarquía absolutista pero supeditada y aliada a la República francesa, en virtud de los pactos seculares "de familia" entre Borbones españoles y franceses.

En aquel tratado, el régimen revolucionario francés devolvió a los británicos todos los territorios que había ocupado en el transcurso del conflicto. Además, el gobierno de la República francesa se comprometía a evacuar a todas sus tropas emplazadas en territorio del reino de Nápoles y de los Estados Pontificios, y a entregar la isla de Malta (que fue restituida a los caballeros hospitalarios). La isla de Menorca, que había sido ocupada por las tropas británicas en nombre de la alianza internacional austracista durante la guerra de Sucesión hispánica (1707) y que había sido confirmada como territorio bajo dominación británica con la Paz de Utrecht (1713); fue entregada a la monarquía española, sin contar con la opinión de las instituciones representativas menorquinas.

De esta forma se ponía fin a un periodo de casi cien años de pertenencia al imperio británico (1707-1802) solo interrumpido por la efímera ocupación francesa (1756-1763). Durante este siglo de pertenencia al imperio británico, la sociedad menorquina había conocido un impulso social, cultural y económico formidable, que la había arrancado de un retraso secular provocado por los devastadores ataques otomanos, y la había transportado hasta la modernidad. Durante aquel "siglo de oro británico", las lenguas oficiales de la isla fueron el catalán y el inglés. Después de la toma de poder española (1802), el catalán y el inglés fueron proscritos, y la isla cayó en una espantosa crisis económica que la sumió en un marasmo de mediocridad, del cual no saldría hasta bien entrado el siglo XX.