Tal día como hoy del año 1754, hace 268 años, en Madrid, el rey Fernando VI firmaba la orden de destitución de quien, hasta entonces, había sido el poderoso secretario de Hacienda y de Guerra de la monarquía española Zenón Somadevilla y Bengoechea, marqués de la Ensenada. Cinco años antes (1749), Ensenada había organizado y coordinado una operación a gran escala, llamada la Gran Redada, que consistía en detener por sorpresa, concentrar en campos habilitados a propósito y destinar a trabajos forzados hasta su muerte todos los miembros de la comunidad gitana hispánica. Aquella macabra operación se inició, de manera simultánea, en las principales ciudades del reino español, a la medianoche del día 30 de julio de 1749: el ejército español rodeó, por sorpresa, los barrios gitanos y a punta de bayoneta arrancaron a la población gitana de sus casas.

Según las estimaciones de la investigación de este fenómeno, aquella medida afectó a unas 50.000 personas de etnia gitana, la inmensa mayoría arraigadas en sus barrios y ciudades, y consideradas elementos importantes de la economía local. Y se saldó con la muerte de unas 10.000. El pretexto que esgrimió Ensenada sería que, con la Guerra de Sucesión (1705-1715), se había producido un fuerte incremento de población nómada que se sostenía con la delincuencia, y señalaba a la comunidad gitana como el principal colectivo de aquel mundo marginal. La medida de Ensenada afectó, especialmente, a las comunidades gitanas de Castilla y de la Baja Andalucía. En cambio, las autoridades locales del Antiguo Reino de Granada (Andalucía oriental) y de Catalunya, ocultaron a las comunidades gitanas de sus ciudades para evitar su captura y deportación.

Pasados cinco años (1754) la monarquía española liberó a los supervivientes de la Gran Redada. Pero, paradójicamente, Ensenada no fue destituido porque había fracasado en su propósito de exterminar al pueblo gitano, ni porque se consideraba que su medida era un crimen contra la humanidad. El rey Fernando VI, que había dado un apoyo entusiástico a aquella brutal maniobra, lo destituyó porque su política exterior se decantaba excesivamente hacia Francia en el conflicto que mantenía con Gran Bretaña; y eso representaba una amenaza para la monarquía española. En la actualidad todavía hay muchas ciudades del estado español que conservan una calle o monumento dedicado al gran genocida Ensenada, como Logroño. En cambio, en Lleida el año 2018, la Paeria cambió el nombre de la calle por el de la Marinada.