Tal día como hoy del año 1553, hace 470 años, en Pau (entonces capital del reino de Navarra), nacía Enrique de Borbón y de Albret, que, treinta y seis años más tarde (1589), se convertiría en el primer rey de la estirpe Borbón en el trono de París. Enrique era hijo de la reina Juana III de Navarra (de la estirpe Albret) y del rey consorte Antonio de Borbón. En el momento en que nació Enrique, el reino de Navarra continuaba vigente, pero limitado a la mitad continental (los condados ultrapirenaicos de Sola, Bearn, Bigorra y Foix, y señorío de Albret), desde que en 1512 la monarquía hispánica había invadido la mitad peninsular (en el sur de los Pirineos). Precisamente, por su condición de condes de Foix, los reyes de Navarra eran también copríncipes de Andorra.

Antes de ser rey de Francia, Enrique fue coronado rey de Navarra en 1572 como Enrique III. Fue después de la muerte de su madre Juana III. En aquel momento, Francia estaba gobernada por la decrépita dinastía Valois, y las grandes familias nobiliarias del reino se disputaban la posibilidad de ocupar el trono de París en una guerra disfrazada de conflicto religioso (Guerras de Religión, 1562-1598). Enrique de Navarra era, por lado paterno, de la estirpe protestante de los Vendôme, y en torno a su figura se reunieron la pequeña nobleza y las clases mercantiles calvinistas (mal llamados hugonotes). En el otro extremo se situarían los poderosos Guisa (duques de Lorena) que, en aquel conflicto, liderarían la facción de la aristocracia nobiliaria católica.

Tanto los Borbón-Foix como los Guisa-Lorena tenían en su heráldico la bandera cuatribarrada catalana. Y aquel conflicto politico-religioso francés, liderado por casas "catalanas", culminaría con una solución de compromiso: el bando católico aceptó que Enrique III de Navarra se sentara en el trono de París a cambio de abjurar del protestantismo. Enrique III de Navarra fue coronado Enrique IV de Francia (1589) después de proclamar "Paris bien que vaut une messe" (París bien que vale una misa). De esta manera, el coprincipado laico de Andorra quedó vinculado a la corona francesa y, después de la Revolución Francesa (1789-1793), a la presidencia de la República francesa.