Tal día como hoy del año 1909, hace 113 años, estallaba una revuelta urbana en varias ciudades de Catalunya —principalmente en Barcelona—, que se prolongaría por espacio de siete días (hasta el 2 de agosto de 1909); y que se saldaría con 115 muertos, 441 heridos, 1.967 detenidos, 1.925 procesados por la justicia militar española, más de 200 personas desterradas fuera de Catalunya, y más de 2.000 exiliados, también fuera de Catalunya. También, en el transcurso de aquella revuelta, que fue denominada "Semana Trágica"; se destruyeron varios edificios religiosos y algunas infraestructuras viarias. Solo en Barcelona fueron incendiados 80 edificios religiosos (33 escuelas, 14 parroquias y 33 conventos y casas de recogimiento); y en la Floresta (las Garrigues) fue incendiado un tren y fueron desguazadas las vías de la línea Lleida-Reus-Tarragona.

Aquella protesta, que enseguida se convirtió en una revuelta, estaba motivada por la orden del Gobierno de reclutamiento de reservistas catalanes para la Guerra de África. El año anterior a los sucesos, el ministro y latifundista Romanones y el banquero y naviero López Bru habían adquirido unas grandes fincas en la zona norte de Marruecos, que se querían destinar a la explotación de recursos minerales. Una vez adquiridas, y con la inestimable colaboración del rey Alfonso XIII, fabricaron una guerra que tenía el objetivo de desplazar la frontera española desde las afueras de Melilla hasta más allá de sus propiedades. Para justificar aquella intervención promovieron ataques de falsa bandera a las guarniciones fronterizas españolas, que se saldaron con varios muertos y que fueron el pretexto esperado para declarar aquella crisis como un "casus bellis".

El Gobierno, presidido en aquel momento por el monárquico conservador Antonio Maura, ordenó la leva de 18.000 reservistas españoles, la mitad de los cuales eran catalanes, aunque Catalunya solo representaba el 15% de la población del reino español. Aquellos reservistas eran chicos que ya habían cumplido el servicio militar obligatorio, que ya tenían una estabilidad laboral, que ya habían formado a una familia; y que, en la mayoría de los casos, eran la única fuente de ingresos familiares. La ausencia de un sistema de prestaciones públicas había situado las familias en una situación de extrema precariedad. Pero la revuelta estalló cuando llegaron las primeras noticias: los oficiales españoles, resentidos por el desastre de Cuba (1898) y embriagados de gloria personal, cometieron graves errores que provocaron la muerte de miles de soldados coloniales.