Tal día como hoy del año 1939, hace 80 años, concluía la visita a Barcelona del superministro del régimen franquista, el filonazi Ramón Serran-Súñer, conocido popularmente como "el cuñadísimo", que había durado tres días. La prensa de la época (La Vanguardia Española, edición del 21/12/1939) relataba que aquella visita había sido motivada  “por los graves problemas de abastos de Barcelona”. No obstante, las fuentes oficiales del régimen no hacían alusión a la trágica situación que vivía Barcelona, particularmente, y Catalunya, por extensión, desde la ocupación franquista.

Pero en cambio la prensa de la época, a pesar de la durísima censura impuesta, publicaba algunos detalles que esbozaban un paisaje devastado. A los 90.000 muertos, 300.000 exiliados, miles de encarcelados, y miles de casas y fábricas destruidas, se sumaba un paisaje de hambre, de frío y de enfermedades que estaba vertiendo buena parte de la población catalana a la muerte. El 16 de mayo anterior se había declarado una pandemia de tuberculosis que en pocos meses, y sólo en Barcelona, causaría 1.730 muertes (con una tasa de mortalidad que igualaba las de principios del siglo XIX, cuando todavía no existía la penicilina).

La historia, sin embargo, pone de manifiesto que las palabras grandilocuentes que la prensa le dedica a Serrano-Súñer (como representante del régimen), y los compromisos que las autoridades locales franquistas recogieron de aquella visita, no tenían, ni siquiera, la categoría de propaganda política. El régimen franquista reconocía públicamente no tener capacidad económica para adquirir vacunas antituberculosas, y pedía aportaciones económicas a sus "afectos". Pero, en cambio, malbarataba grandes cantidades en la celebración de faustos religiosos, militares y paramilitares.

En Catalunya, el régimen priorizaba el adoctrinamiento ideológico a las necesidades básicas de la población, y hacía buena la cita de Queipo de Llano (uno de los máximos dirigentes de la rebelió franquista): "Convertiremos Madrid en un vergel, Bilbao en una gran fábrica y Barcelona en un inmenso solar". En este contexto, el 23 de octubre de 1940, el régimen franquista se gastaba casi 14.000 pesetas (el equivalente a 90.000 euros) en a la visita oficial a Barcelona del dirigente nazi alemán Heinrich Himmler y de su séquito; cantidad que, uno años antes, habría permitido erradicar la pandemia de tuberculosis.