Tal día como hoy del año 1314, en Pontoise (reino de Francia), el verdugo real ejecutaba a los hermanos Philippe y Gauthier d'Aunay, acusados de mantener relaciones extramatrimoniales, respectivamente, con las también hermanas Margarita y Blanca de Borgoña. Margarita era la esposa del delfín Luis, hijo primogénito y heredero del rey Felipe IV de Francia (quien había exterminado a los templarios), y Blanca era la esposa de Carlos, hijo también del rey y hermano pequeño del delfín. Las hermanas Borgoña (Margarita y Blanca) fueron acusadas y condenadas por adulterio, y una prima Borgoña (Juana, casada con otro hijo del rey Felipe) también fue detenida y condenada por encubrir aquellas relaciones.

Según las fuentes documentales, los hermanos Aunay fueron detenidos, interrogados, torturados, despellejados, decapitados y descuartizados. Según las mismas fuentes, les fueron amputados los genitales —considerados el instrumento del delito— y fueron lanzados a los perros para que se los comieran. El castigo que se impuso a las hermanas Borgoña no fue tan severo, pero sí que tenía una fuerte carga punitiva: les afeitaron la cabeza y las recluyeron a perpetuidad en varios castillos-presidios de máxima seguridad (Margarita, la esposa del delfín, en Gaillard, Blanca en Dourdan). Joana fue confinada a su casa, pero con la muerte de su suegro (29 de noviembre de 1314), su marido —el niño Felipe de França— gestionó su indulto.

Aquel escándalo se destapó durante una visita de estado del rey Eduardo II de Inglaterra y su esposa, Isabel de Francia, hija del rey Felipe IV y hermana de los supuestos cornudos. Según las fuentes de la época, Isabel (denominada la "Loba de Francia" por su extraordinaria belleza física y por su pavorosa frialdad en el trato) fue la que destapó el escándalo. Algunos de los cronistas de la época acusaron a Isabel de provocar un escenario de terror en la corte francesa con un propósito claramente político. Otros lo atribuyen a su decepción por la homosexualidad de Eduardo, que a pesar de estar casado con la princesa más bella de Europa, prefería la compañía de sus amantes Piers Gaveston y Hug Le Despenser.

En la actualidad, estos historiadores atribuyen aquella maniobra a la ejecución de dos espías al servicio de la corona inglesa que habían sido desenmascarados. Estos investigadores sostienen que la Loba, temerosa de que los Aunay y las Borgoña revelaran que ella estaba en la cima de aquella trama de espionaje, los "fundió", acusándolos falsamente de adulterio y forzando su liquidación (en el caso de los Aunay) o su descrédito y su silencio (en el caso de las Borgoña). Poco después, Eduardo e Isabel la Loba volvían a Londres. Unos años más tarde (1327) la Loba forzó la abdicación del rey, ordenó la ejecución de los amantes de su marido, y ejerció la regencia, con su amante Roger Mortimer, hasta la mayoría de su hijo Eduardo III (1330).